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francisco.resendiz@eluniversal.com.mx
El consultor Xavier Domínguez es uno de los artífices de las victorias del PRI en Sinaloa, del PAN en Tamaulipas y de la alianza PAN-PRD en Durango en los comicios del 5 de junio. Igual ha trabajado tanto para el presidente Enrique Peña Nieto y el tricolor que para la derecha de Acción Nacional o la izquierda del PRD.
A sus 42 años, este catalán radicado en Miami, casado con una mexicana y padre de dos niños, presidente de la consultora Wish&Win, ha trabajado en México, Estados Unidos, España, Costa Rica, Perú, Guatemala y Haití, desde esa óptica ataja: “El gobierno que engaña, cae”. Adelanta que el año 2017 mexicano tendrá un nivel de tensión “mucho más elevado”, pues ahí se definirá la sucesión presidencial.
En entrevista con EL UNIVERSAL, el otrora asesor de Jeb Bush, Alejandro Toledo y Álvaro Arzú, advierte que tras los escándalos relacionados con la “Casa Blanca” y el departamento de Miami, y el supuesto conflicto de interés, se ve difícil que el presidente Enrique Peña Nieto y el PRI ganen en 2018, pero advierte que “habrá un último esfuerzo” y todo puede cambiar.
¿Cómo se puede trabajar con Peña Nieto y luego con las diligencias de Gustavo Madero y de Carlos Navarrete, no hay ideología?
—Soy profesional y eso implica la capacidad de adaptarse; no somos la agencia del PRI ni del PAN, PVEM o del PRD. Somos un equipo de profesionales que se dedican a la consultoría y a la comunicación política. Yo no creo en los consultores del PRI, de la izquierda o sólo de la derecha. Trabajo para aquel que me contrata y para el que yo me dejo contratar.
¿Cómo ve a México?
—Lo veo muy de cerca, como un país con muchas oportunidades que no se acaba de desarrollar y que aquellos males endémicos como la inseguridad, el hambre, el retraso en infraestructura y la corrupción siguen siendo asignaturas pendientes de cualquier gobierno.
¿Y a la clase política mexicana?
—Hace 10 años, al llegar a México, me dijeron que el día que entienda a la clase política mexicana sería capaz de entender a la de cualquier lugar del mundo; es una frases sabia. Es una clase política sumamente compleja, porque su sociedad es compleja y por ello la manera de hacer política es compleja... y hoy está manchada de aspectos que no favorecen a la sociedad ni al ejercicio político.
¿Como cuáles?
—La inseguridad, corrupción, narcotráfico. Las cosas por su nombre.
¿El marketing político es la “fórmula mágica” para que un político sea exitoso?
—No es la única, no hay mejor marketing que la buena comunicación, la buena obra y la buena propuesta de gobierno, eso es insuperable. El marketing no hace magia como tampoco maquillar la realidad.
¿Se miente, pero también se engaña en el marketing político?
—Todo el mundo miente, no conozco a nadie que no lo haga. Cuando la gente se maquilla miente, cuando se pone un “wonderbra” miente, cuando le explicas la Navidad a tus hijos mientes, todas esas cosas son mentiras, guste o no. ¿Hay que engañar? No. Engañar es la utilización de información en beneficio propio y sobre todo para perjudicar a alguien y la mentira no perjudica a nadie.
¿En su trabajo se debe engañar a la gente para ganar una elección?
—No, no se puede permitir el engaño en esta profesión, bajo ningún concepto. No es válido, no es ético y no es profesional, y el que lo haga no es un consultor. Una cosa es explicar de forma más bonita todo aquello que envuelve un proceso de comunicación política o institucional, otra cosa es inventar datos, falsear o callar.
Callar es intentar engañar a la gente, no se logra, no es posible engañarla y el precio es altísimo: la derrota o el rechazo social.
El gobierno que engaña, cae. El gobierno que oculta información por seguridad nacional, sobrevive.
¿Cómo ve la comunicación del gobierno mexicano?
—En una sociedad cuyo consumo de información política es de corto plazo uno quiere el beneficio inmediato con la medicina, el gimnasio o el dinero y eso no se explicó bien en el caso de las reformas, eso trae una rémora de baja calificación porque en ningún momento se explica que esas reformas darán resultados no de forma inmediata.
¿Eso impactó en la derrota del PRI en las elecciones del pasado el 5 de junio?
—El proceso de desgaste que sufre el Presidente no es un tema de la reforma, es un asunto de percepción sobre corrupción, una de las principales preocupaciones de la sociedad mexicana. En esa percepción se dejaron perder millones de votos. Se explicaron mal los temas de la “Casa Blanca”, el departamento de Miami o de abuso de poder en la Conagua y la Profeco.
Los procesos de comunicación, a los que nadie da importancia, se han llevado al PRI entre las patas. El silencio no arregla nada, la mala comunicación la empeora, ha habido silencio y mala comunicación. En este caso el PAN es el gran beneficiado y lo supo aprovechar a la perfección.
El presidente Peña Nieto considera que su baja aceptación es consecuencia de las resistencias a las reformas de grupos de interés.
—Las reformas son necesarias y son buenas, otra cosa es que haya gente que se vea afectada por éstas y que con intereses político y electoral se posesionan para perjudicar a la figura presidencial y lo que no se dan cuenta es que perjudican al país.
Y eso aquí están jugando de forma irresponsable todos: el gobierno por no tomarse el tiempo para explicar bien las cosas y una serie de gente que tiene privilegios imperdonables, como los liderazgos de la CNTE. La “Casa Blanca”, los problemas con la prensa, la ostentación, son un tema de percepción e imagen. Hay algo que se llama espiral de silencio, es una teoría de la comunicación, cuando todo mundo habla de algo y uno calla hay una percepción.
¿Cómo debe actuar el presidente Peña de cara al último tercio de su gobierno si quiere ganar en 2018?
—No conozco un político que quiera perder. El Presidente quiere ganar, otra cosa es que pueda hacerlo, yo lo veo difícil: es el Presidente peor valorado, la maquinaria electoral del PRI era la más grande y tras el 5 de junio el PAN se fortaleció, tiene casi tantos gobiernos estatales como el PRI.
Además el PRI tiene asignaturas pendientes. Hay gobiernos estatales salientes para los que la gente pedirá justicia, con actos de corrupción flagrantes. Creo que el Presidente ha sido injustamente tratado, entiendo que hay gente que está en contra de él como al final también hay personas en contra de los liderazgos del PAN o del PRD, pero es política y si no te has sabido defender el problema es tuyo.
La elección de 2018 pasa necesariamente por el año electoral 2017, se disputa el Estado de México. ¿Cómo lo prevé?
—El año 2017 lo veo con un nivel de tensión mucho más elevado que ahora. El PRI se va a defender y el PAN va a atacar más que nunca. Si el tricolor pierde el Estado de México me atrevería a decir que automáticamente va a perder la Presidencia en 2018.
Por lo tanto, le queda esa clave para intentar hacer el último esfuerzo.
Además, no hay un estado de la República donde las encuestas favorezcan al Revolucionario Institucional.
Es un mal escenario en Nayarit, en Coahuila, en el Estado de México y en las municipales de Veracruz.
¿Qué debe hacer el Presidente?
—¿Qué debió hacer el Presidente? Lo que puede hacer ahora es gestionar la crisis de su propio partido. Es un buen operador electoral, pero ahora está volcado en un gobierno que es su obligación institucional.
La obligación de ganar elecciones no es del Presidente, su papel es apoyar a su partido, pero aquí hay alguien más que debe hacer algo en el PRI para ganar los comicios. Ahora debe gobernar bien, disipar dudas de forma clara con el tema de la corrupción, han de rodar cabezas, lo sabe.
Ya se perfilan muchos para el 2018, ¿cómo ve a quienes aspiran a la Presidencia de México?
—Hoy por hoy lo que digo es Miguel Ángel Mancera, Andrés Manuel López Obrador, Margarita Zavala y Miguel Ángel Osorio Chong. Hay que ver cómo surgen los acuerdos entre la izquierda y el PAN que pueden desdibujar este mapa, al resto de tiradores no los veo.
Domínguez ha generado controversia al crear campañas como la de “El Clon de Toluca”, la que impulsó la industria refresquera contra parte de la reforma fiscal o los ataques del PRD al periodista Joaquín López-Dóriga.