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Tres meses antes del 22 de mayo de 2015, un grupo de jóvenes salió de Ocotlán, Jalisco, en busca de trabajo; tras el enfrentamiento contra policías federales en el Rancho Del Sol, sus familiares tuvieron que buscarlos en el Servicio Médico Forense de Michoacán.

Las autoridades los identifican como integrantes del Cártel de Jalisco Nueva Generación; sus padres aseguran que fueron contratados para preparar una comida en el rancho.

Uno de los padres recibió una llamada para acudir al Semefo, a fin de identificar los cuerpos. Al entrar el olor era a quemado.

Entre cadávares mutilados y fotos tuvo que buscar si alguno era su hijo. Relata que en casa, los vástagos se comportan de una forma y en la calle son otros, pero las fuerzas federales no tenían por que haberlos matado cuando se habían rendido.

“Yo lo veo como una masacre, estaban acostados, supuestamente se rindieron y en ese momento las fuerzas federales les dijeron que corrieran y los balearon. ¿Por qué se ensañaron con ellos?, no porque estén en el bando malo significan que hagan cosas malas, pero así lo vemos”.

Lo que pide es que se haga justicia y “si está mi hijo entre esos muchachos, qué le vamos a hacer, son cosas de la vida”, dijo a este medio.

Durante la charla, que se realizó en ese momento en la zona de los hechos, indicó que para intentar reconocer si entre los cuerpos estaba el de su hijo tuvo que ver fotografías de cuerpos mutilados y calcinados.

Ese día —según los testimonios— en su intento de huir los hombres armados que atacaron desde una camioneta a los policías federales, los condujeron hasta la guarida.

Al verse rebasada en capacidad de fuego, la Policía Federal solicitó apoyo, mismo que llegó por aire y tierra. En total fueron 100 agentes federales que se necesitaron para responder a las agresiones. El saldo fue de 42 civiles y un oficial policiaco muertos.

Testimonios que obtuvo este medio con familiares de las víctimas indican que algunos de los ejecutados que se encontraban ese día en el rancho habían sido contratados para hacer una comida en ese sitio.

Otros parientes señalaron no saber por qué sus familiares se encontraban en el predio.

Algunos entrevistados más aseguraron que sus familiares no estaban en actividades ilícitas.

“Él trabajaba en un restaurante, vinieron porque iban a hacer una comida, pero no alcanzaron a hacer nada puesto que no les dieron tiempo”, confirmó una de las madres que buscaba reconocer si entre los cuerpos estaba el de su hijo.

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