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El magistrado Constancio Carrasco Daza señala: “Son largos 10 años que estamos a punto de cumplir. En esa lógica, permíteme decir que el Tribunal Electoral en su conjunto, en ese entonces con cinco salas regionales y una Sala Superior, hoy hay seis salas regionales, se han resuelto aproximadamente 150 mil asuntos. Lógicamente, la Sala Superior, por su carácter de órgano límite de la justicia constitucional en la materia, ha tenido casos muy relevantes en el ámbito nacional, muy relevante en el ámbito de los derechos políticos.
“La Sala Superior inició una gestión en el lejano año 2006, hay que decirlo, con posibilidades de tutela judicial muy limitadas de frente a las posibilidades que hoy tiene. En 2006, cuando iniciamos nuestra función, no teníamos facultades de hacer control constitucional concreto de todas las leyes que forman el andamiaje electoral en nuestro país, en ese entonces, tanto locales como federales. La reforma de 2007-2008 al sistema electoral, al artículo 99 de la Constitución, permitió a la Sala Superior el control de otro conocimiento. Desde la Constitución, de que las leyes de la materia electoral pudieran pasar a través de la tutela concreta que hacemos, el tamiz de su regularidad constitucional o la falta de éste. Fue un pase importantísimo en las competencias, en las atribuciones de la Sala Superior.
“Cuando nosotros iniciamos nuestra función en el Tribunal Electoral teníamos un sistema de medios de impugnación que estaba acotado y sigue acotado, por desgracia, porque tenemos una Ley General del Sistema de Medios de Impugnación, es decir, el instrumento procesal por excelencia a través del cual hacemos nuestro trabajo, que data de 1996. Seguimos con la misma norma procesal de 1996 decidiendo la jurisdicción electoral.
“Pero esto fue para la Sala Superior y para las salas regionales del Tribunal un reto, porque nosotros, ante las exigencias de tutela judicial por violaciones que se nos plantean por distintos ciudadanos, por militantes, por simpatizantes, por quienes participan en los procesos internos de partidos, como los procesos externos de los institutos políticos, hemos ensanchado las posibilidades de competencia de asuntos que se resuelven ante el Tribunal Electoral”.
¿Cuál es su opinión respecto a la crisis de credibilidad que hoy en día, al parecer, tienen los partidos políticos? La gente hoy se siente no representada, desilusionada, mucho, con el sistema de partidos políticos.
—Hablaba, en un inicio, que a lo largo de estos 10 años se han tramitado en su conjunto en el tribunal aproximadamente 150 mil asuntos. De estos, un número importante tiene que ver con partidos políticos.
Sin duda alguna, el juicio que más se promueve, y que más se resuelve, es el juicio para la protección de derechos político-electorales. Es decir, ocupa más de dos terceras partes de nuestro esfuerzo como Tribunal Electoral.
Al ver estos números, lo primero que se identifica es que si bien es cierto hoy encuentran un canal a través de la jurisdicción, por fortuna, los militantes, los simpatizantes, los ciudadanos, los dirigentes para plantear estas inconformidades, también debemos reconocer paralelamente que estos números nos están señalando otras lecturas que no debemos dejar de lado.
¿Qué nos están diciendo? Nos están diciendo respetuosamente que en los procesos internos partidarios, fundamentalmente para elegir a sus candidatos, a quienes van a cargos de representación popular, que el principio de la cultura de la legalidad, en el seno de los partidos políticos, todavía es un proceso inacabado.
Esto es todo un tema. No es deseable en una democracia que se construye, como la mexicana, que tantos asuntos lleguen a la justicia electoral. Y creo que también tenemos que poner una mirada respetuosa, pero puntual, en ese tema: las estadísticas nos han mostrado que en los distintos procesos electorales, fundamentalmente federales, ha ido en descenso la participación ciudadana.
Cuando una sociedad está más informada participa más de los asuntos públicos, eso nosotros lo vivimos día a día. No es posible o no es lógico que una sociedad no tienda a resolver estos déficits por medio del voto depositado en las urnas. Esto es algo que tenemos que replantearnos, y en esa lógica creo que lo que estaba sucediendo en nuestro sistema político es que los partidos no se estaban convirtiendo o estaban dejando de convertirse en los conductos ideales, no sólo en los conductos formales y materiales, del desempeño público en México. Creo que ahí se da este fenómeno, así emergen las candidaturas independientes.