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Hace tres semanas, al llegar a San Lázaro, la minuta de las leyes del Sistema Nacional Anticorrupción traía la fuerza de una locomotora. Lo mejor era hacerse a un lado, dejarla pasar con ese párrafo cargado de dinamita que ha ganado fama como “3de3 para particulares”.

Suprimir esas líneas habría detenido en seco toda la legislación anticorrupción; sin embargo, era “imposible de aplicar”, decía su equipo jurídico al coordinador de los diputados del PRI, César Camacho Quiroz, quien entonces hizo dos llamadas telefónicas antes de ir al pleno a votar a favor: una fue al más alto nivel necesario; la otra, al presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), Juan Pablo Castañón.

Eso fue apenas el 16 de junio. En tan poco tiempo, mucha agua ha pasado bajo el puente, con momentos intensos de impacto nacional: la violencia de Nochixtlán y las movilizaciones sociales que se han desprendido. Y en medio de ello, un súbito periodo extraordinario del Congreso para quitar a los particulares de entre los sujetos obligados a presentar las declaraciones fiscal, patrimonial y de interés, del decreto de la Ley General de Responsabilidades Administrativas.

Sesión extraordinaria en cada cámara del Congreso que ha sido caja de resonancia del conflicto de la CNTE, que envía contingentes a San Lázaro.

El Palacio Legislativo se blinda por mero protocolo, mientras son recibidos seis representantes por una comisión de legisladores —instrucciones del presidente de la Cámara de Diputados, Jesús Zambrano—, quienes reciben la petición de derogar la reforma educativa.

El martes, en sesión extraordinaria, los senadores han atendido las observaciones del Ejecutivo. Para los diputados este miércoles la faena transcurre sin empacho, pues, han dicho que lo que hicieron fue dejar pasar el bólido para impedir una catástrofe.

El presidente de la Comisión de Economía, Jorge Dávila (PRI), fórmula el reconocimiento de que lo que se había puesto en la ley, “es una intromisión a la esfera jurídica de las personas físicas”, pero, destaca que no disminuye la capacidad de las autoridades para investigar corruptelas.

El pasillo central del salón de sesiones, de hecho, es el centro de operaciones del PRI y PVEM. De pie, los diputados priístas y Verdes integran cadenas de acción sobre lo que ocurre en la sesión.

Cesar Camacho dispone; Jorge Carlos Ramírez Marín y Enrique Jackson emprenden la realización de las instrucciones. Legisladores van y vienen entre las bancadas y regresan. La articulación de movimientos es continua y más y más integrantes del grupo participan: Alfredo del Mazo, David López y Carolina Viggiano. Son integrantes de un ejercicio parlamentario que se mueve con base en acuerdos y depende menos de la tribuna.

Un priísta de los tiempos clásicos, Ricardo Canavati Tafich —quien por azares de la política hoy está integrado al PVEM— dice al coordinador de esa bancada, Jesús Sesma, la broma que se expresa al inicio de una Legislatura y que viene como ejemplo al tema de combatir la corrupción.

“A un diputado le preguntan –narra bromista el diputado Canavati, de los decanos de hoy—: ‘¿Qué comisión quiere?’ Y contesta: ‘Pues de 10% estaría bien’; pero su interlocutor aclara que se refiere a comisión legislativa, de Educación, Hacienda, Justicia... ¿cuál?”.

Más que sazón, picor, pone Ariel Juárez (Morena), quien de camisa blanca y corbata oscura, aguijonea a los priístas con señalamientos de que la corrupción en el gobierno federal y en el PRI es escandalosa. Lamenta el desdén de los priístas y los paraliza con acusaciones contra destacados mexiquenses, uno de ellos, la presidenta interina del PRI, Carolina Monroy, quien pide la palabra para el revire:

Ella dice que ha escuchado “resentimiento, amargura, rencor social, que pretende despedazar al país y que degrada a esta tribuna; no más mentiras. Respeten. Nunca es tarde para aprender”.

El priísta Jorge Carlos Ramírez Marín reprocha al perredista Jesús Zambrano su conducción de la sesión, porque Ariel Juárez ha hablado nueve minutos —el triple de lo acordado—, tiempo en el que nada ha dicho sobre la reserva que inscribió. Así que, sazona de su parte: El legislador de oposición “se burla de la mesa directiva”.

Cuatro horas después de haber abierto el tema, Zambrano —la última sesión que preside— “canta” la aprobación del decreto íntegro anticorrupción y lo remite al Ejecutivo. Nadie aplaude en ese salón de sesiones populoso.

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