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Analistas consideraron que en el revés sufrido por el PRI tuvo que ver el descontento social.
Jacqueline Peschard, académica de la UNAM, dijo que los resultados mostraron la determinación de los ciudadanos de utilizar su voto para echar fuera a los gobernantes en turno, particularmente a los priístas.
“La fuerte competencia política envió un mensaje de auténtico hartazgo social frente a los gobiernos, no sólo por su incapacidad para resolver los grandes problemas sociales, sino porque están hundidos en un mar de corrupción”, dijo.
Por su parte, Leonardo Curzio, analista político, afirmó que los resultados son una consecuencia del mal humor social.
“Apostar por la paciencia del pueblo ha sido siempre un juego ganador. El mexicano parece soportarlo todo y olvidar agravios y atropellos, pero en estos últimos años se les ha pasado la mano. Buena parte de los ciudadanos se queja de la calidad de los servicios, desde las banquetas hasta la salud”, dijo.
Añadió que en México se ha soportado un discurso cansino sobre el compromiso de los distintos niveles de gobierno con la seguridad, pero “siete de cada 10 compatriotas se siente inseguro en su entorno”.
Para Alberto Aziz Nassif, especialista del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), los resultados electorales dejaron un mapa político que puede tener diversas lecturas.
“Existe un voto de castigo que generó alternancias en varios estados; de forma particular se puede destacar que hay tres gobernadores que pueden ser procesados penalmente: en Chihuahua, Veracruz y Quintana Roo. Lo menos que se puede esperar es que los nuevos gobiernos lo cumplan”, dijo.
En segundo lugar, expresó, muchas de las encuestas de intención del voto fallaron como en 2012. “Se pensó que la maquinaria del PRI y sus aliados era suficiente para ganar la mayoría de las gubernaturas y darle la vuelta al malestar social, pero se equivocaron, sólo ganó cinco de 12 estados”, añadió.
En tercer lugar, explicó, queda como una agenda pública de primer orden el combate a la corrupción y a la impunidad.
Alfonso Zárate, analista político, dijo que lo más destacable es que el electorado castigó a los gobernadores que ofrecieron malas cuentas, independientemente del partido.
“Por la falta de propuestas y el arsenal de malas artes, utilizado por prácticamente todos los partidos, las campañas electorales de 2016 pueden considerarse las más sucias en la historia de la democracia mexicana. Pésima señal rumbo a 2018”.
José Antonio Crespo, profesor del CIDE, dijo que la alternancia en ocho de los 12 estados donde hubo elección de gobernador puede explicarse por el mal humor social de los ciudadanos, pero no se trata del humor debido a razones federales o de mal desempeño del presidente Enrique Peña Nieto, sino al de los gobiernos locales.
“Por eso ocurrieron también alternancias a favor del PRI donde gobiernos de otros partidos [PAN-PRD] dieron malos resultados. La lógica que prevaleció en los comicios fue local, no federal. Sin embargo, ciudadanos y analistas tenderán a intepretar la derrota del PRI como reflejo de un mal desempeño presidencial”, dijo.