La recaptura de Joaquín El Chapo Guzmán es una buena noticia, pero no debe hacernos perder de vista temas de gran importancia que nos preocupan a los ciudadanos. Uno de esos temas es la reforma a las policías del país. El cobarde asesinato de Gisela Mota, alcaldesa del municipio de Temixco en Morelos, puso nuevamente en la mesa de debate el tema del Mando Único policial, ya que el gobernador de Morelos y el alcalde de Cuernavaca han protagonizado una airada discusión pública al respecto.

México SOS ha tenido una posición clara en torno al Mando Único, ya que consideramos que con 32 responsables de la seguridad pública, uno por cada entidad, se favorecería la coordinación eficaz en la tarea policial, basada en el orden y el control. Es claro que el mando único no es la panacea y no va a resolver de la noche a la mañana el problema de inseguridad. Pero también hay que decir que en aquellos municipios donde se ha implementado —sea con cambios a la ley o con convenios de colaboración entre gobiernos— este esquema ha permitido avances en la lucha contra la delincuencia, sobre todo cuando ha venido acompañado de esquemas de fortalecimiento de las policías y de las procuradurías de justicia.

Quienes se oponen al Mando Único suelen invocar el federalismo y la autonomía del municipio, dos principios básicos de nuestra Constitución. Pero hay que recordar que la Carta Magna fue pensada en momentos en los que nuestro país no vivía la grave crisis de seguridad que hoy nos afecta. La policía municipal se creó como una fuerza preventiva de aproximación, no como un cuerpo capaz de hacer frente a un problema de delincuencia organizada. Lo que hoy tenemos simplemente no es mejor que el Mando Único. Hay más de mil 700 municipios en México que no tienen los recursos para sostener policías con un mínimo de profesionalismo y capacidad de prevención y reacción ante el crimen común, por no hablar del crimen organizado. Esto deja a millones de mexicanos a merced de policías débiles, amenazadas o de plano compradas por la delincuencia. Nuestra desmemoria no debe hacernos olvidar la tragedia de Iguala como una muestra terrible de lo grave que puede llegar a ser este problema.

Se ha discutido mucho qué policías queremos a nivel local, y a veces parece que olvidamos que, desde el sexenio pasado, hemos venido invirtiendo muchos recursos en la Policía Federal y la Gendarmería. No sólo en entrenamiento y equipo, sino también en procedimientos y manuales de operación, ingreso y ascenso. Sabemos que el modelo policial debe tener tres pilares:

Uno, poner en el centro al recurso humano. La labor policial tiene que dignificarse. Cada elemento debe sentirse orgulloso de pertenecer a su institución y contar con las prestaciones y beneficios que su actividad merece. La policía debe ser una profesión para la que hay que prepararse académicamente y adquirir experiencia. Debe existir un verdadero servicio profesional de carrera, pero también crear una mística en el corazón de la institución y de sus elementos. Buen ejemplo de esto existe en la Marina.

Dos, ingeniería de procesos. Los procedimientos, manuales de operación y, en general, los procesos para la correcta operación de los cuerpos policiacos deben ser homologados y únicos a nivel nacional. Los protocolos de operación deben cumplir con los más avanzados estándares internacionales en temas como el uso de la fuerza y el respeto a los derechos humanos. Los policías deben contar también con equipamiento moderno y tecnología avanzada, que esté a la altura del enorme desafío que plantea el crimen organizado.

Y tres, respetar y hacer cumplir la ley. En especial, es necesario que en el modelo policial nacional la corrupción deje de ser la única forma de progresar y ascender. Hablamos de una reforma policial de fondo que debe ser impulsada por todas las instituciones públicas del país y la sociedad civil.

Como muchos temas, la implementación del Mando Único policial ha caído en las arenas movedizas de la política y ello ha llevado a la inacción por parte de nuestros gobernantes. Yo estoy convencido de que México no puede esperar más. Ya tenemos un modelo de policía en la Policía Federal y la Gendarmería que podemos y debemos emular en lo local. Ya hay importantes zonas metropolitanas que han implementado el mando único y reformado a sus policías. En suma, ya tenemos experiencias positivas que deben aprovecharse. Es hora de pasar de la discusión a la definición.

Presidente y fundador de México SOS

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