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El cardenal Norberto Rivera Carrera oró para que los gobernantes del país y de la ciudad de México lleven a cabo un servicio “honesto y eficiente”, y que se alejen del país y de la capital metropolitana la violencia, la corrupción, la prepotencia y la falta de compromiso.

Luego de abrir la Puerta Santa de la Catedral Metropolitana para celebrar el Jubileo de la Misericordia, el arzobispo afirmó en su homilía dominical que hay quienes esperan a los “mesías” de la política y a los “magos” de las finanzas que mejoren la balanza de pagos y la Bolsa Mexicana de Valores, o líderes que solucionen el hambre, la violencia y la incultura.

En su homilía enfatizó que existen aquellos que “esperan mesías políticos, liberadores de situaciones injustas; magos de las finanzas, que arreglen la balanza de pagos y la Bolsa y suban el nivel de vida; creadores de bienestar y progreso material; líderes que solucionen los problemas sociales acuciantes: hambre, violencia, incultura”.

El cardenal también pidió por los enfermos para que las nuevas generaciones crezcan seguras y para que las condiciones laborales sean cada vez más justas y prósperas.

“Hay que aterrizar en acción cristiana al no cobrar más de lo establecido, al no extorsionar, al conformarse con el salario, al practicar la justicia, respetar la dignidad de las personas y repartiendo equitativamente las cargas y beneficios”, dijo.

Insistió en que la acción cristiana es cambiar para terminar con el odio, la indiferencia y el egoísmo en el mundo.

El cardenal abrió la Puerta Santa luego de que el pasado martes 8 de diciembre el papa Francisco inauguró el Año de la Misericordia, con lo cual se concede la indulgencia plenaria a quienes ingresen por ella, hasta el 20 de noviembre de 2016.

La última vez que se abrió esa Puerta Santa de la Catedral Metropolitana fue con motivo del Bicentenario de la terminación del templo, en el 2013, y fue cerrada el 8 de diciembre de ese año en la fiesta de la Inmaculada Concepción.

Ante los feligreses, el arzobispo primado de México señaló que la celebración del Año de la Misericordia y la preparación a la Navidad es un cumplimiento de los deberes propios ante los derechos fundamentales de los demás: vida, vestido, vivienda y alimento. “Se trata de practicar una justicia cada vez mayor, respetando la dignidad de las personas y repartiendo equitativamente cargas y beneficios.

“Si alguien piensa que es más alegre una preparación folclórica, convénzase de que esa alegría superficial sólo será gozo profundo si llega a la práctica de la justicia y, sobre todo, del amor. Porque el Jesús misericordioso nacido en Belén nos salvó por el amor, y del amor nos juzgará en la tarde de la vida”, explicó.

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