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El Senado en su jugo. Gritan sin freno, manotean, dejan los asientos de la sala en la que se han reunido, se confrontan de pie, algunos en mangas de camisa.

Son los senadores con el ánimo descompuesto, por una iniciativa del mismo presidente Roberto Gil (PAN), con unos ajustes a disposiciones sobre la Televisión Digital Terrestre (TDT), cuyo dictamen quieren aprobar priístas y panistas.

Para detener el proyecto, Alejandro Encinas Rodríguez acusa ilegalidad, desaseo y, echado para adelante, se acerca a la cabecera de la mesa de trabajo y suelta que esa propuesta en torno del llamado apagón analógico no pasará y advierte: “Quieren que sea a madrazos, a madrazos será”.

El presidente de la Comisión de Comunicaciones y Transportes, Javier Lozano (PAN), también alza la voz para hacerse escuchar en el escándalo. Intenta poner orden. Fracasa, vuelve a intentarlo. Da la palabra a Gil, que dice que no hay irregularidades. Niega juego sucio.

En esa olla exprés, en medio de la alta presión, el PRD casi en pleno, grita, se exaspera. Miguel Barbosa reprocha a Gil, inconforme con las explicaciones, insiste en que se han incumplido pasos reglamentarios y le dice: “Eso es ofensivo, cabrón, eso es ofensivo”.

Y Gil arremete: “Señor coordinador parlamentario, está haciendo imputaciones que no voy a dejar pasar”. Más llano, el hidalguense Isidro Pedraza resume, en contra de procesar el dictamen: “Son chingaderas”.

Gil muestra enojo. Su mirada es dura, desata respuestas que se ahogan en el escándalo, en algún momento su fluidez de saeta se entorpece.

Javier Corral dijo que se juegan condonaciones por multas de entre 300 a 400 millones de pesos. Lozano por fin logra una pausa y “canta” un receso, el cual sirve para curar las heridas de los gladiadores y que se concreten acuerdos. La resistencia ha ganado tiempo, y volverán el lunes a la pelea.

Gil niega “mano negra o un complot intergaláctico”.

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