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politica@eluniversal.com.mx
El presidente del Senado de la República, Roberto Gil Zuarth (PAN), garantiza que en su nueva función desempeñará una relación “institucional” con el Ejecutivo, fuera de toda lógica partidista, y no generará “distorsiones” en su conducción.
“Mi trato con el Ejecutivo federal será de colaboración, de respeto, pero sobre todo, de representar la pluralidad del país”, dice.
En entrevista con EL UNIVERSAL adelanta sus tres retos como presidente del Senado: una administración basada en la austeridad, transparencia, rendición de cuentas; conducción parlamentaria republicana e institucional, y ser un presidente activo, ir más allá de dar la palabra en las sesiones.
Rechaza que su designación por la bancada del PAN para ser quien releve a Miguel Barbosa sea un “pago de favores” de parte de Ricardo Anaya, con quien se le vincula políticamente.
“Yo no lo veo como un pago ni favor. No nos debemos favores, estamos unidos y la decisión la tomó el grupo parlamentario”, aclara.
Simplemente se da —afirma— porque tienen una misma visión del partido y de México.
Roberto Gil Zuarth adelanta también que impulsará la austeridad para que la Cámara Alta tenga menos opacidad en sus funciones.
Futurismo nocivo
Niega que haya división en su bancada y pone como ejemplo que ya trabajan en la candidatura de José Rosas Aispuro, quien peleaba su posición, como candidato para la gubernatura de Durango.
Sobre su futuro político y la posibilidad de que sea candidato a la gubernatura de Chiapas, se muestra mesurado, pues ha aprendido que “el futurismo es nocivo para la salud”.
¿Qué representa la encomienda para usted?
—Para el grupo y para mí, en lo personal, es una altísima responsabilidad, una alta encomienda, dirigir y presidir una de las Cámaras del Congreso de la Unión es uno de los grandes retos y responsabilidades que puede tener un político.
Creo que es un momento crucial para el país, en el que el Congreso de la Unión debe dar resultados. Yo veo a la Mesa Directiva como un espacio para facilitar el entendimiento entre diferentes, para la generación de consensos, un espacio para acercar las diferencias que existen entre los grupos parlamentarios, naturalmente, en el marco de una pluralidad política y democrática.
¿Cómo será su relación con el Ejecutivo federal?
—Sin duda será institucional, la presidencia está fuera de toda lógica de partido, por supuesto que el presidente tiene deberes más que derechos, y éstos tienen que ver con la representación digna del Congreso de la Unión.
Por lo que mi trato con el Ejecutivo federal será de colaboración, de respeto, pero sobre todo, de representar la pluralidad del país.
Sabré diferenciar mi militancia partidaria de las cuestiones institucionales, tengo claro que tiene que ser un presidente de una Cámara plural. Nunca voy a confundir mis afectos personales ni mi identidad con las responsabilidades parlamentarias que tendré en la Mesa Directiva.
¿Veremos al senador Roberto Gil reventando sesiones como lo hizo en su momento Ernesto Cordero?
—Siempre hay coyunturas que pueden explicar las decisiones que puede tomar la Mesa Directiva. Yo seré un presidente institucional, que se ajustará a las reglas del parlamento, que actuará conforme a Derecho, pretenderá poner orden en las sesiones, pero sobre todo, facilitar el diálogo, el debate, la toma de decisiones.
Los presidentes no son jueces y partes, deben ser simplemente los árbitros de un debate plural, de toma de decisiones secuenciales que tienen una dinámica particular. Yo no seré quien provoque y genere distorsiones en el parlamento del Senado de la República, por el contrario, mi deber será garantizar que la Cámara Alta funcione correctamente.
Austeridad a prueba
¿Trabajará en el tema de la austeridad parlamentaria?
—Estamos obligados a hacer una revisión profunda del Presupuesto de Egresos del Senado de la República, y estamos obligados también a hacer una cirugía mayor en la forma en que los ciudadanos acceden a la función presupuestal y administrativa del Senado. La reciente reforma en transparencia nos impuso deberes muy específicos y también estableció reorganizar presupuestalmente al Senado.
Me someteré de manera escrupulosa a esos principios. Vamos a generar un parlamento más abierto y al escrutinio de los ciudadanos, de tal suerte que nunca haya un peso en la opacidad.
¿Es decir, con usted al frente del Senado de la República no habrá derroche económico?
—Voy a hacer una revisión puntual del Presupuesto de los órganos de gobierno del Senado en su conjunto, para ver en dónde están algunas ineficiencias, en dónde podemos generar mejores condiciones en el ejercicio de los recursos, y en donde están los espacios en que o bien hay opacidad o hay derroche y despilfarro de recursos.
¿Cuál será el sello que busca dejar como presidente del Senado?
—Básicamente tres puntos. Una administración basada en la austeridad, en la transparencia y rendición de cuentas. Uno de mis objetivos es que todo aquello que legislamos en materia de transparencia y rendición de cuentas sean realidades en el Senado.
Una conducción parlamentaria republicana y digna que honre el peso específico que tiene el Congreso [de la Unión] en la democracia mexicana, que los ciudadanos vean que su parlamento no sólo trabaja, sino que genera resultados; y tres, una conducción política, quiero ser un presidente activo, no solamente dedicarme a dar la palabra en las sesiones, sino facilitar los consensos y en la generación de una mejor toma de decisiones.
¿Esta designación por parte del presidente nacional de su partido, Ricardo Anaya, es un pago de favores, pues ustedes tienen muchos años de amistad?
—Yo no lo veo así. Por supuesto que con Ricardo Anaya Cortés, mi presidente nacional, tenemos una larga relación no solamente de amistad, sino una visión de partido y de México. La oportunidad que me ha dado de participar es simplemente una condición basada en la armonía, en la unidad del grupo parlamentario. Yo no lo veo de ninguna forma como un pago por un favor. No nos debemos favores, por el contrario, estamos unidos a un mismo proyecto en el partido.
Potencia azul
¿Hay unidad al interior de la bancada panista?
—El grupo parlamentario de Acción Nacional no es sólo la bancada más potente en el Senado, tenemos un talento enorme, somos senadores y senadoras que han trabajado desde tiempo atrás. No estamos divididos tenemos debate interno en la pluralidad, distintas visiones de las cosas, pero al final nos une una única motivación, que es que le vaya bien al país, a Acción Nacional.
¿Cómo está Acción Nacional tras su proceso interno?
—Estamos abriendo una nueva etapa, yo diría de unidad en la cual estamos pensando en proyectos electorales, que vayamos viendo hacia dónde tenemos que mover la organización, tenemos una aduana muy importante en 2016. Estamos empeñados en ganar esa elección, ya estamos empezando a tomar decisiones como es el caso de Durango, donde estamos construyendo la candidatura de unidad con José Rosas Aispuro, y quien va acompañarme en la vicepresidencia. Ya estamos empezando a acompañar factores elementales para obtener buenos triunfos electorales.
¿Candidato o candidata para el 2018?
—Hay muchos aspirantes y es bueno. Un partido político que no genera liderazgos, es un partido político muerto. El PAN está tan vivo que ya hay aspiraciones explícitas, a mí me da gusto porque estamos generando expectativa y que tiene con quien competir.
Hay tiempo, estamos lejos y debemos ser cautelosos en la forma en que administramos las expresiones.
¿Lo veremos compitiendo por el gobierno de Chiapas?
—He aprendido que el futurismo es nocivo para la salud y soy de los que creen que primero hay que dar resultados y después pensar dónde estar. Hay que aprovechar al máximo las responsabilidades públicas para generar bienes públicos. Antes de pensar en otra posición hay que pensar en que desde el Senado se deben generar resultados a la gente. No pienso retirarme y jubilarme en el corto plazo, me gustaría servirle a mi país desde la trinchera que los ciudadanos y el partido me asignen, estoy convencido de que el futurismo es nocivo, es mejor dar resultados.