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politica@eluniversal.com.mx
En su primer año como dirigente nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD), Carlos Navarrete Ruiz se ha encontrado con panoramas adversos en una etapa que él mismo ha calificado como la peor fractura en la historia del perredismo desde su fundación, hace 26 años.
A escasos días de arrancar su camino en la dirigencia —el 5 de octubre de 2014—, el líder con una labor partidista de hace 40 años, se enfrentó a un primer reto: el caso Iguala y los nexos del entonces presidente municipal de dicha localidad guerrerense, José Luis Abarca, con el narcotráfico y la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, ocurrida el 26 y 27 de septiembre del año pasado.
A sólo tres días de ser nombrado dirigente, Navarrete Ruiz se vio obligado a ofrecer disculpas públicas a la comunidad de Iguala, donde señaló que su partido no tuvo control de los perfiles en sus candidaturas y el resultado fue la relación de Abarca con la delincuencia organizada.
Con la sombra de este caso, siguieron la desbandada de liderazgos y fundadores perredistas que criticaron la forma en que había tomado la dirección nacional del sol azteca al calificarla como una nula oposición al gobierno federal.
El principal activo, líder moral y fundador del PRD, Cuauhtémoc Cárdenas, renunció al partido el pasado 25 de noviembre.
Por medio de una carta, el ingeniero Cárdenas expuso: “Ante la disyuntiva de correr el riesgo de compartir responsabilidades de decisiones tomadas por miopía, oportunismo o autocomplacencia, en las que no haya tenido cabida la autocrítica, he preferido correr el riesgo de recibir críticas válidas o no, según se les quiera ver, y optar por decidir de acuerdo con los principios que he sostenido y me han servido de guía en mi comportamiento público y privado”, indica un extracto de la carta firmada por el fundador del partido.
Al ex candidato presidencial le siguieron varios liderazgos que renunciaron, entre ellos Marcelo Ebrard Casaubón, quien en noviembre de 2014 ya había pedido la cabeza de Navarrete Ruiz.
La dirigencia nacional del sol azteca contabiliza al menos 40 renuncias puestas sobre el escritorio por parte del líder perredista.
Recientemente, el panorama no lució alentador para el dirigente. En las pasadas elecciones del 7 de junio, el Sol Azteca no logró rebasar 11% de los votos totales en los comicios federales, además perdió la gubernatura de Guerrero.
En la mitad de los estados del país no alcanzaron una votación estatal superior a 6% y perdieron el registro como partido político en Nuevo León y Colima.
A nivel local, bajo la dirección de Navarrete Ruiz, disminuyó el número de personas gobernadas después de las elecciones de junio. Pasó de 18 millones a 16 millones, además perdió delegaciones importantes en el Distrito Federal.