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Pasado el proceso electoral del 7 de junio, con cifras que les dan mayoría en la Cámara de Diputados, una gubernatura recuperada, pero con números reales a la baja, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se alista para la renovación de su dirigencia nacional.
Sin una definición clara sobre las reglas, al interior del partido, analistas coinciden en que la decisión del relevo recaerá en el presidente Enrique Peña Nieto.
Hasta el momento se mencionan los nombres del coordinador de los diputados del PRI, el sonorense Manlio Fabio Beltrones; Enrique Martínez y Martínez, secretario de Agricultura; el gobernador de Chihuahua, César Duarte Jáquez, e incluso el secretario del Trabajo, Alfonso Navarrete Prida.
Los analistas tienen claro que independientemente de quién sea elegido, éste no debe tener aspiraciones presidenciales; ven además a un partido adaptado en algunos temas a los tiempos modernos, pero en otros apegado a la práctica tradicional del instituto.
“El PRI tiene estatutos que marcan procedimientos y procesos para realizar el cambio en la dirigencia del Comité Ejecutivo Nacional, pero la realidad es que vamos a observar el sistema político priísta como era antes de los procedimientos de transición del año 2000: que probablemente la decisión de quién será el dirigente del partido, recaiga en el Presidente”, afirma el politólogo Edgar Ortiz Arellano.
Vidal Romero, catedrático del ITAM, consideró que el jefe del Ejecutivo federal tiene suficiente control de su partido como para definir quién será el próximo dirigente nacional, ello a pesar de que pueda existir quién no esté de acuerdo.
En agosto concluye la dirigencia que encabeza César Camacho Quiroz e Ivonne Ortega Pacheco. Ambos llegaron a dirigir el CEN del PRI en diciembre de 2012.
Humberto Moreira fue elegido presidente del PRI junto con la hoy senadora Cristina Díaz en marzo de 2011 para concluir en 2015. Pero el ex gobernador de Coahuila debió renunciar en diciembre de ese año por el escándalo de la deuda que heredó durante su gestión.
Pedro Joaquín Coldwell retomó el timón hasta noviembre de 2012, cuando fue nombrado secretario de Energía en el gabinete de Enrique Peña Nieto. Al siguiente mes llegaron César Camacho e Ivonne Ortega, cuyo periodo fue ampliado hasta que concluyera el proceso electoral de este año.
Convocatoria y unidad
Ya con la descarga del 7 de junio pasado y con los análisis correspondientes sobre resultados electorales, el PRI entró en el proceso de sucesión en su dirigencia nacional.
La Secretaría Técnica del CPN deberá convocar a una sesión para definir el método mediante el cual se elegirá a su nueva dirigencia. Son tres las figuras a través de las cuales se puede elegir: apertura a la militancia, asamblea de consejeros políticos y asamblea nacional.
De acuerdo con priístas consultados, lo que se contempla es que el método de selección sea por medio de asamblea de consejeros políticos, pero dependerá también de si se logra tener una candidatura de unidad.
La convocatoria, para abrir el registro de aspirantes y marcar las reglas, será publicada después del próximo lunes 3 de agosto.
Sin embargo, entre la reunión del CPN y el lanzamiento de la convocatoria se prevé un encuentro con el Presidente de la República el próximo sábado en la sede nacional partidista, en donde se pretende reunir a la clase política priísta: gobernadores, legisladores, gabinete, organizaciones y sectores, entre otros, para recibir un mensaje.
“El Revolucionario Institucional se caracteriza por ser el partido más disciplinado al interior de sus filas”, considera el politólogo Edgar Ortiz Arellano. “Seguramente el Presidente de la República dará un mensaje sobre cómo debe conducirse el PRI en la siguiente parte del sexenio y dejará claro que será él quien va a designar al nuevo dirigente y no creo que pase de mayor trascendencia en términos políticos, es decir, no creo que veamos sorpresas al interior del tricolor”.
En busca de la dirigencia
El actual dirigente nacional del PRI, César Camacho, lo dijo recientemente: “El próximo líder del PRI debe contar con una militancia con fuerza, compromiso con México e identidad, con el proyecto del gobierno del presidente Peña Nieto, así como un conocimiento del priísmo militante”.
El primero en apuntarse fue Beltrones. “Lo mío es la política”, dijo en mayo durante una gira por San Luis Potosí, “es la política partidaria, y un militante de un partido siempre considera un privilegio poder participar para ser el dirigente nacional. Por lo pronto no puedo decirles algo distinto a lo que es obvio: sí me gustaría ser presidente del partido, pero esa no es mi obsesión, es mi ilusión”.
Pero no será sencillo llegar ahí, de acuerdo con los militantes consultados.
Lo cierto es que ya se reunió con el presidente Enrique Peña Nieto para tratar —entre otros asuntos— este tema.
“Parece que lo más razonable para el PRI y para el presidente Peña Nieto es nombrar a alguien que sea aceptable para los grupos más poderosos dentro del partido, aunque parece que el tricolor aprendió que con unidad es como mejor le va”, considera Vidal Romero, catedrático del ITAM.
El politólogo José Fernández Santillán señala que el Presidente de la República deberá ser el fiel de la balanza en la decisión que debe tomar el PRI. Tiene que fijarse, expresa, en que el partido debe tener al frente a un institucional y Manlio Fabio —apuntó— representa ello.
Otro que levantó la mano fue el gobernador de Chihuahua, César Duarte, aunque es visto con pocas probabilidades, debido a los conflictos que enfrenta en su estado.
“César Duarte se impulsa solo”, expusieron algunos priístas. Consultados por EL UNIVERSAL, miembros del PRI coincidieron en que los gobernadores tienen un peso fuerte, pero tras el proceso electoral se dieron varios cambios. Se llegó a pensar que el mandatario de Querétaro, José Calzada, podría llegar, pero perdió la elección y el mismo caso se dio con Rodrigo Medina, de Nuevo León.
Enrique Martínez y Martínez, secretario de Agricultura, también ha sido mencionado, y aúnque lo ven como un priísta disciplinado por la militancia, sectores y organizaciones —entre otros— no lo ven como un factor de cohesión.
Lo que priístas no quieren es que el nombramiento recaiga en otro mexiquense que se agregue a la lista de puestos que les han sido otorgados a los del Estado de México. De este grupo se ha mencionado al secretario del Trabajo, Alfonso Navarrete Prida.
Otros ven a los ex gobernadores de Durango, Ismael Hernández Deras y de Guerrero, René Juárez Cisneros.
“No será un presidenciable, esa ha sido la tónica dentro del PRI por tradición. Es más bien a quien le tocará organizar las elecciones”, señala José Fernández Santillán.
La realidad histórica del PRI, estima Edgar Ortiz Arellano, es que ningún dirigente ha brincado a candidato presidencial.
Gustavo López, académico del Tecnológico de Monterrey, dice que la inercia y las características históricas regresan al PRI, y su mecánica de selección será del Presidente de la República y que no piense en postularse en 2018.
Al momento, lo único que hay en el PRI es el deseo de quienes buscan dirigir al partido.