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Palacio Nacional se pintó de tricolor. La plancha del Zócalo es un mosaico sonoro que lo mismo hacen cantar con las notas del mariachi; enchinar la piel con el sonar de la tambora, que tomar a una pareja para bailar cadenciosamente al compás de Los Ángeles Azules.

“De Iztapalapa para el mundo”, es el grito de guerra con el cual miles de ciudadanos le sacan brillo al piso en esta, que es la fiesta de todos los mexicanos.

Es la conmemoración del 206 aniversario de la Independencia de México, la fiesta de fiestas, que año con año —a pesar de las adversidades y momentos políticos— se celebra en todo el país y en el corazón de “La Ciudad de los Palacios”.

Convertida en una “zona cero”, la mítica Plaza de la Constitución es vigilada por elementos del Estado Mayor Presidencial, Policía Federal, y Secretaría de Seguridad Pública capitalina en todos sus accesos.

Adentro un grupo identificado como “servicio de alimentos” reparte bolsas con tortas, agua y una manzana para los asistentes.

“Acarreados”, les reclamaban algunos; otros simplemente tomaban su bolsa y regresaban con una gran sonrisa para gozar del espectáculo musical.

Llegaron en cientos de camiones de turismo desde el Estado de México, Hidalgo y Tlaxcala, entre otras entidades. Se estacionaron en las calles aledañas al Zócalo y detrás de Bellas Artes.

Bruno Castillo, quien representa al cura Miguel Hidalgo, padre de la patria, no se da abasto; todos quieren una foto con el héroe de la Independencia, quien porta un estandarte de la Virgen de Guadalupe.

“Esta noche se recuerda el momento en que ganamos nuestra libertad como mexicanos y como pueblo, nos hicimos uno solo y formamos nuestro gobierno”, explica a los niños, quienes lo ven con ojos de admiración.

Guadalupe Soto, quien por casi 30 años ha vendido periódicos en la esquina de 20 de Noviembre y la Plaza de la Constitución, dice con nostalgia que a él le gustaban más “Los Gritos de antes” porque olía a pambazos, a buñuelos y esquites.

“Pero ahora ya no, con eso de que ya cierran todo, no es lo mismo”, se lamenta.

La verbena sube de tono. La cantante “Lucerito” recuerda al extinto Divo de Juárez, Juan Gabriel, con su Noa Noa, lo que levantó a la gente a bailar y desentumir las piernas.

Así es la fiesta de los mexicanos, en la que las niñas se visten de chinas poblanas; las mujeres lucen bigotes; en la que se porta con orgullo un sombrero de charro y sarape; se usa peluca tricolor y se aguarda a las 11 de la noche para el repique de la campana de Dolores. “¡Viva México! ¡Viva México!”.

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