Hay encuentros que te marcan para siempre.

En 1974, luego de tres años de haber incursionado en informativos como el Tele Periódico Notimex en Canal 8, entonces de Televisión Independiente de México, y En Punto, ya de lo que hoy es Grupo Televisa, tuve mi primera entrevista con el licenciado Zabludovsky.

Fue tal su calidez que, a partir de entonces, Jacobo, a quien, además de ser un entrañable amigo, considero mi maestro, se convirtió para mí en Jacobito.

En ese año empecé a colaborar en 24 Horas, el primer informativo de corte internacional en la historia de la televisión mexicana.

Desde ese primer encuentro para Jacobo me convertí, no en Lolita, sino en Ayalita, como me nombró a partir de entonces.

Con una sencillez extrema y con la mano firme que le confería su experiencia, Jacobo forjó a varias generaciones de comunicadores, entre los que me cuento, y este es uno de los grandes privilegios de mi vida profesional.

Colaboré con él de 1974 a 1987 en 24 Horas y de 1985 a 1987 tuve el gran honor de ser nombrada directora general de ese informativo.

Remontémonos a esos años en los que muy pocas mujeres habíamos empezado a incursionar en los medios de comunicación y tendremos entonces la proporción de esa designación, ya que se trataba del informativo más importante de México y de la televisión de habla hispana en el mundo.

Uno de los aspectos destacados de mi colaboración en el proyecto fue, sin duda, hacer a cuadro el segmento “Muchas Noticias en Pocas Palabras”, una sección de notas breves, una miscelánea informativa.

Del nombre de ese segmento se derivó el título del noticiero que el señor Emilio Azcárraga Milmo tuvo a bien lanzar bajo mi conducción y dirección: Muchas Noticias.

No hay duda de que Jacobito fue el gran maestro; la información a través de los medios electrónicos en México no puede entenderse sin su obra y su legado.

Reportero de tiempo completo, el licenciado Zabludovsky nos enseñó que este, el mejor oficio del mundo, no es una actividad para improvisados, de ahí que nos imbuyera disciplina y una insaciable sed de aprender.

Bajo su influencia nos convertimos en lectores ávidos y de su mano aprendimos que no debe haber actividad humana que nos resulte ajena. Así, comprendimos que el compromiso con el público es permanente y eso nos obliga a prepararnos todo el tiempo.

Más allá de la relación laboral, la amistad con Jacobito se hizo entrañable.

Después de su salida de Televisa seguimos cultivando esa amistad y compartimos ocasiones memorables con él y con Sarita.

Hoy su partida deja un enorme vacío y una cicatriz en mi alma que nunca sanará.

Periodista

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