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La Procuraduría General de la República (PGR) indaga las fallas en los protocolos de seguridad penitenciarios en la vigilancia de Joaquín El Chapo Guzmá Loera, ante las evidencias de que a pesar de ser un reo clasificado de alta peligrosidad, se obviaron procedimientos —al parecer de forma premeditada—, que aunados a la información confidencial a la que tuvieron acceso los ejecutores del plan de escape, facilitaron la fuga del capo.
Fuentes de la dependencia federal indicaron que esta es otra de las líneas de investigación clave para desentrañar la red de complicidades que se urdió para fraguar la evasión del líder del Cártel de Sinaloa, que se consumó la noche del 11 de julio.
Detallaron a EL UNIVERSAL que los directivos, custodios y personal encargado del panel de control del sistema de videovigilancia, que son interrogados en la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO), son cuestionados sobre las medidas de seguridad que se aplicaron en su caso, sobre todo en los últimos meses, cuando ya estaba en ejecución el proyecto de evasión.
Se indaga la rutina del reo, para determinar si existía un patrón de actividades o si éste se modificó. Por ejemplo, explicaron, se busca establecer la hora en la que él ingresaba al área de ducha, y si existió alguna irregularidad que los encargados de vigilarlo no detectaron o dejaron pasar por alto, como el que estuviera más tiempo en la regadera del que se permite a los presos —un máximo de 15 minutos—, de acuerdo con el reglamento aplicable a todos los reos.
Además de las declaraciones de los vigilantes, la SEIDO solicitó los videos de los casi 16 meses que pasó El Chapo en El Altiplano, ya que se verificarán cada una de las imágenes sobre la rutina que seguía el capo, para determinar si se relajó la seguridad en su entorno, facilitando que nadie se percatara de que se realizaba un boquete en el área de ducha.
Entre las fallas que se indagan en los protocolos de seguridad en torno a la estadía de Guzmán Loera en la prisión federal, detallaron, está la periodicidad con la que se inspeccionaba físicamente su celda. Autoridades federales indicaron que la revisión debe ser dos veces por día, en busca de objetos prohibidos o cualquier otra anomalía que pudiera existir.
La evidencia apunta a que esta omisión de inspeccionar minuciosamente la celda del capo facilitó la construcción del boquete por el que salió de su confinamiento, supuestamente en una de las áreas de mayor restricción de los ocho dormitorios que existen en esa prisión federal, un error por parte de las autoridades del centro que se presume pudo ser premeditado.
Ante los indicios de que hubo ayuda desde el interior del penal para consumar la fuga, se investiga además el tiempo que pasó desde que el monitoreo perdió contacto con la imagen de El Chapo, a las 20:52 horas del sábado 11 de julio, hasta que se alertó de que el preso se había tardado en la ducha y se ordenó revisar físicamente la celda; y luego el momento en que se dio la voz de alarma sobre la evasión al verificarse que no estaba en su confinamiento.
Las autoridades consultadas aseguran que hay contradicciones entre los custodios, los encargados de videovigilancia y las horas de registro.
Información estratégica. Los ejecutores del plan de fuga de El Chapo, además del apoyo interno que se presume existió, tuvieron información privilegiada sobre la disposición de las cámaras de videovigilancia del penal de máxima seguridad. Así detectaron el punto vulnerable: no registran la zona de duchas de las celdas, y la eligieron para que el capo se evadiera.
Indicaron que la información recabada hasta el momento arroja que los estrategas de la evasión no sólo tuvieron acceso a los planos del centro penitenciario —considerados confidenciales por seguridad nacional—, también contaron con los datos de la distribución de las más de 750 cámaras de vigilancia que desde un panel de control permite monitorear la mayoría de las áreas del penal, así como las actividades de los presos y el personal.
El contar con estos datos permitió definir el punto vulnerable en la celda de El Chapo, puesto que las cámaras no registran imágenes en las duchas del área de tratamientos especiales, pasillo número dos, estancia número 20, donde estaba el capo.
Por ello, según esta línea de investigación, se planeó escrupulosamente que el túnel de más de kilómetro y medio que se construyó para la fuga del narcotraficante, se conectara con el área de la ducha, donde se hizo un boquete de 50 por 50 centímetros por donde salió el reo hacia un primer conducto que le dio acceso a una escalera de 10 metros, hasta llegar al túnel con ventilación e iluminado que lo condujo subterráneamente hasta un predio de la colonia Santa Juanita.