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La cumbre del G20 , una de las más tensas de estos últimos años por los desencuentros diplomáticos y las manifestaciones de protesta en las calles, terminó este sábado con un acuerdo de mínimos sobre el clima y el comercio y con las reuniones de Donald Trump con su homólogo mexicano Enrique Peña Nieto y el ruso Vladimir Putin .
VIOLENCIA EN LAS CALLES
Las manifestaciones masivas y la violencia de algunos grupúsculos han marcado la cumbre en esta ciudad del norte de Alemania, la segunda del país, donde se vivieron escenas de caos.
El último balance apunta a 213 policías heridos y 144 personas detenidas entre el jueves y el sábado, aunque todavía no se conoce el número de heridos entre los manifestantes.
Los enfrentamientos entre policía y pequeños grupos violentos -muchos salidos de los llamados Black Blocks , grupos minoritarios de tendencia anarquista, cuyos integrantes visten de negro y usan pasamontañas- dejaron imágenes impresionantes de coches quemados, comercios devastados y barricadas en llamas.
La violencia eclipsó además las manifestaciones pacíficas de grupos de izquierda y altermundialistas.
El "caos" y el "infierno" que denunció la prensa también podría tener consecuencias políticas para la canciller alemana Angela Merkel, anfitriona de la cumbre, a tres meses de las elecciones legislativas.
Bild, el periódico más leído de Alemania, responsabilizó a Merkel de la "debacle", acusándola de fracasar en mantener el orden público.
TRUMP Y PUTIN, POR FIN CARA A CARA
La esperadísima entrevista entre Trump y Putin tuvo lugar el primer día de la cumbre, y trataron sin tapujos las presuntas interferencias rusas en la campaña electoral de 2016, aunque hubo "buena química", según los diplomáticos que estuvieron presentes en la reunión.
También se trataron las crisis de Siria y Ucrania en una reunión de dos horas y cuarto, larguísima para los estándares internacionales. Según Trump fue "fantástica" y Putin aseguró que "el Trump que ves en televisión es muy distinto del Trump real".
EL CLIMA: TODOS CONTRA EU
Estados Unidos logró obtener una mención en el texto que "toma nota" de la salida de Estados Unidos del acuerdo de París y le permite así seguir con su política climática, a contracorriente de sus socios.
El texto afirma también que Estados Unidos procurará trabajar con otros países para "ayudarles a acceder y usar combustibles fósiles" de manera más limpia.
Una victoria simbólica para Trump y que responde también al objetivo de Estados Unidos de seguir vendiendo su gas de esquisto.
PEÑA NIETO Y TRUMP EVITAN EL MURO
Otro de los momentos clave del G20 fue la entrevista de Trump con el presidente mexicano Enrique Peña Nieto, en la que evitaron abordar la polémica cuestión del muro fronterizo.
"El tema del muro no se trató", dijo el canciller mexicano Luis Videgaray al término de un encuentro que duró cerca de media hora, e insistió en que "no es un tema de la relación bilateral".
El encuentro no estuvo exento de polémica. Poco antes de la reunión, Trump reafirmó que sigue queriendo que México pague ese muro para frenar la migración. "Absolutamente", dijo, respondiendo a la pregunta de una periodista estadounidense.
Este comentario, hecho cuando ya estaba sentado en la sala de reuniones junto a Peña Nieto, molestó a la delegación mexicana y, sin querer desmentirlo, Videgaray, que también estaba en la sala, aseguró que "si lo dijo no lo escuchamos".
Un signo más de la tensión que reina entre ambos países, a pesar de que el tono fue "respetuoso y cordial", según el canciller.
COMPROMISO SOBRE EL GOBIERNO
En la cuestión comercial, otro de los puntos de fricción de la cumbre, la llegada de Trump a la Casa Blanca y sus posiciones proteccionistas rompieron el 'statu quo' que existía hasta ahora en el G20 a favor del libre comercio.
El comunicado final del sábado refleja este difícil equilibro entre las dos visiones, porque por un lado renueva su compromiso de luchar contra el proteccionismo pero por primera vez incluye también una referencia a los "instrumentos legítimos de defensa comercial".
Esta formula vaga permite todo tipo de interpretaciones sobre cuáles son esos "instrumentos legítimos", que pueden ir desde simples medidas antidumping hasta políticas más complejas para proteger la industria, como las que pide Washington para su industria siderúrgica.
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