A mediados de julio, el gobierno de Donald Trump daba un paso inesperado: ampliaba para este año el número de visados temporales para trabajadores extranjeros en sectores no agrícolas. En lugar de las 66 mil emisiones anuales tradicionales, en 2017 se entregarán 81 mil: buenas noticias no sólo para las empresas, que tendrán más opciones de rellenar sus necesidades de mano de obra; sino también para los centenares de mexicanos que cada temporada viajan de forma legal a Estados Unidos para trabajar.

El cambio en el programa H-2B es una demanda que lleva peleando la Cámara de Comercio de Estados Unidos desde hace tiempo sin demasiado éxito: la presión de los sindicatos por la afectación que puede tener en el empleo estadounidenses es fuerte. Las empresas difieren de esas premisas, y aseguran que es difícil encontrar trabajadores para trabajos que requieren más carga o dureza.

El proceso para conseguir trabajadores a través de la visa H-2B es tedioso, con muchos trámites. Uno de los pasos, precisamente, es demostrar que ningún ciudadano estadounidense está interesado en el puesto de trabajo.

Infinity Labor Source es una de las principales empresas de Estados Unidos, con base en Austin (Texas), que se dedica a unir necesidades de empresas estadounidenses con trabajadores mexicanos. En contacto telefónico con EL UNIVERSAL su director de negocio, Henry Borrego, defiende completamente la posición de las empresas y su denuncia de falta de mano de obra local. “La mayoría de trabajadores de Estados Unidos no quiere estar encima de un tejado o jardinería a 43 grados (…) Ningún trabajador de EU quiere este tipo de trabajos”, lo que obliga a buscar fuera de las fronteras.

Sólo en el último mes, más de 376 empresas expresaron al Departamento de Trabajo su interés en contratar a empleados extranjeros por la falta de mano de obra nacional. La mayoría, compañías de Texas y Florida, hambrientas de trabajadores que dediquen sus horas al sector servicios, de la construcción o con empleos de carácter más técnico como electricistas o trabajo forestal.

La escasez de visados es una lacra que arrastra EU desde la creación de ese tipo de visa en 1990. Desde entonces se ha mantenido inmutable el número de permisos entregados: 66 mil anuales divididos en dos épocas iguales: abril y octubre.

Los críticos vieron en la decisión de Trump un intento de conseguir beneficio propio para sus empresas. Justo cuatro días después de la directiva, sus propiedades solicitaban 76 visados para el resort de Mar-a-Lago (la denominada Casa Blanca de invierno), entre cocineros, limpiadores, camareros y tareas diversas en sus campos de golf.

“Para poder satisfacer el incremento de servicios demandados por nuestros clientes durante la temporada alta debemos tener un equipo suficiente, y por eso invertimos de nuevo en el programa H-2B”, justificó la empresa en su petición formal ante el Departamento de Trabajo.

Dejando de lado el conflicto de interés y el tema político (y las posibles contradicciones con su promesa de “contratar estadounidenses”), la necesidad de trabajadores en Estados Unidos es real. “El gobierno y la gente no entiende lo difícil que es para estas empresas encontrar gente que haga los trabajos por los que piden [visados]”, explica Borrego, defensor de la creencia de que es “necesario aumentar el número [de visas H-2B] de forma significativa”.

El año pasado, el departamento recibió 143 mil 311 solicitudes de visado H-2B, más del doble de las que puede emitir, y 13.6% más que en 2015.

“Hay muchas empresas que este año se han quedado fuera del proceso”, relata Borrego. Un ejemplo es el sector de la gamba en Texas, que depende en exclusiva de trabajadores mexicanos que llegan cada temporada para subir a los barcos y pasar horas en ellos. Este año, la Asociación Texana de la Gamba solicitó unas 500 visas H-2B. No se les aprobó ninguna.

“Cada vez que no consiguen sus visas o trabajadores pierden una gran cantidad de trabajo, un monto significativo de dinero”, explica Borrego: el sector de la gamba de Texas calcula que las pérdidas económicas podrían alcanzar el millón de dólares diario. La expansión de 15 mil nuevas visas puede salvar la temporada.

“Las empresas realmente necesitan estos trabajadores. ¿Cómo van a construir sus casas, cortar su césped? ¿Cómo van a hacer cosas si nadie en los EU quiere hacerlas?”, se pregunta Borrego.

Para salir adelante, la solución es buscar fuera de las fronteras, y ahí aparece México. El trabajador poco cualificado mexicano domina las solicitudes de visas H-2B.

“Las empresas de EU aman a los trabajadores mexicanos”, asegura Borrego. Con orígenes mexicanos, ve su trabajo como una manera de hacer algo positivo por sus “compadres”. “Ayudamos a mexicanos a que vengan y consigan trabajo en Estados Unidos de forma legal”, dice satisfecho.

Las condiciones que se les ofrecen no son despreciables: la mayoría de empresas que salen fuera de Estados Unidos a buscar trabajadores ofrece alojamiento, comidas e incluso transporte y salarios por encima de la media (marcados por el gobierno). Y, en caso de buen desempeño, las probabilidades de regresar la siguiente temporada son altas. “El trabajador mexicano es un buen trabajador. Es apreciado”, destaca Borrego.

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