La tensión es evidente en Venezuela a unos días de la elección para la Asamblea Constituyente (ANC) convocada por el presidente Nicolás Maduro. Para los seguidores del gobierno, la nueva Constitución será la respuesta a todos los problemas del país; para la oposición es un intento del gobierno por perpetuarse en el poder. No hay punto medio entre las partes.

Es martes 4 de julio y el lugar es la Plaza Bolívar, en Caracas. En sus alrededores se escucha el perifoneo: “Oh, eh, oh, oh, ah, la Constituyente va!”. Ahí, cientos de chavistas se hacen presentes; entre ellos, Andrés Martínez, candidato a la Constituyente por el estado Nueva Esparta. Para él la Asamblea consolidará una economía postpetrolera que, según su visión, permitirá al país comenzar a producir petróleo.

“¡Absolutamente!, llueve, truene o relampaguee, sí va la Constituyente”, asegura Martínez, y repite el mismo discurso oficial de los políticos: “La Asamblea es el instrumento y el poder originario del pueblo que está estipulado en la Constitución de 1999”.

Luis Rodríguez, abogado y candidato a la Constituyente por el estado Nueva Esparta, explica que el llamado a redactar una nueva Constitución tiene como objetivo garantizar “al pueblo soberano el bienestar social y económico”.

Sobre la oposición, asegura que ellos tienen “las puertas abiertas” aunque se niegan a participar en el proceso. Rodríguez asegura que “con el razonamiento y la lógica que caracterizan el pensamiento bolivariano del comandante Hugo Chávez” todos tienen derecho a expresarse en las urnas, porque todos son venezolanos. Para el abogado, no hay distinciones.

En otro punto de Caracas, Adel Rincones pintor de oficio, cuestiona los motivos del gobierno para la Constituyente, que considera un fraude, el acabose y “el producto de un régimen que se empecina en seguir”.

“Cuando aquí se viole toda la ley, cuando aquí queden secuestrados todos los poderes, cuando aquí el régimen imponga una ley comunista. Sobre este país nos veremos en la imperiosa necesidad, prácticamente, de entrar en una guerra civil”, dice sin titubear.

Rommel Morón, del barrio La Carlotta, dice a EL UNIVERSAL que Venezuela no merece la situación por la que está atravesando. “Los venezolanos tienen todo el derecho de escoger a su presidente democráticamente”, sostiene.

Asegura que si el próximo domingo llega a consolidarse la Constituyente, el futuro no pinta bien. “Será demasiado caótico y gris”, porque una nueva Constitución, dice, no será la solución a los problemas de los venezolanos. Considera que el único camino para recuperar la paz y la democracia es que el presidente Nicolás Maduro convoque a elecciones generales.

En las calles, las confrontaciones se viven a diario y van subiendo de tono conforme se acerca la llamada “hora cero”, el domingo 30 de julio cuando los venezolanos están llamados a las urnas a elegir a los miembros de la Asamblea Constituyente, una convocatoria que la oposición ha rechazado.

Los ánimos se encienden de inmediato cuando los dos grupos se enfrentan. Por un lado, opositores bloquean una calle, acto que califican de protesta pacífica. Por otro, los chavistas reclaman su derecho al paso y a la circulación.

“¿Es legal hacer esto?, ¿sabes qué es la Constituyente?, ¿la conoces?”, cuestiona a gritos un simpatizante de Maduro. Los opositores responden: “Su Constituyente no es legal”, “fuera, fuera, no nos vamos a mover. Tenemos derechos”.

De las palabras pasan a las acciones. Un conductor acelera y se lleva sobre el cofre del auto a tres personas; los manifestantes le responden con piedras y el chofer baja armado con un palo. Su esposa, impotente, exclama llorando: “Esta no es la forma de solucionar las cosas”.

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