El fracaso continuo en la derogación y sustitución de Obamacare parece que no tiene efecto alguno en el presidente de EU, Donald Trump, quien ayer exhortó a los senadores republicanos a que resuciten cuanto antes su moribunda propuesta de reforma sanitaria.

En 24 horas, Trump cambió totalmente de opinión con respecto a qué hacer con este asunto. El martes, el presidente apelaba a no actuar y “dejar fracasar” el plan actual, para que los demócratas se vieran obligados a trabajar con los republicanos en una solución. Ayer modificó su postura e instó a los legisladores a retomar el trabajo y presentar un nuevo plan e incluso insinuó que, de ser necesario, deberían renunciar a las vacaciones de verano para sacarlo adelante.

“No deberíamos dejar la ciudad hasta tener un plan de seguro de salud”, dijo el presidente en un encuentro con todos los senadores de su bancada, en un encuentro desesperado para revivir al Trumpcare de sus cenizas.

Por si quedaba algún legislador todavía no convencido de la necesidad de seguir con el trabajo, el presidente les recordó sobre las consecuencias electorales que podría tener —de cara a las votaciones de medio término del 2018— el incumplir una promesa que los conservadores llevan arrastrando desde hace más de siete años.

“Cualquier senador que vote en contra de iniciar el debate realmente está diciendo a EU que está cómodo con Obamacare”, afirmó el presidente.

Y es que los republicanos están teniendo dificultades incluso para obtener los votos para iniciar el debate sobre la ley, dar paso a una fase en la que el texto podría ser modificado y enmendado sin límite.

La próxima semana, sea como sea, el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, propondrá el voto en la cámara. Se espera que la reunión de ayer, junto al trabajo que se pueda hacer durante la semana, permita tener los votos suficientes.

Los números todavía no cuadran. Las tres senadoras conservadoras que anunciaron su negativa siguen en su posición, y la recientemente descubierta enfermedad del senador John McCain, a quien se le diagnosticó cáncer cerebral, hacen que la mayoría de los republicanos sea más ínfima que nunca. Por su parte, ayer la Oficina del Presupuesto del Congreso (CBO), un órgano no partidista de análisis legislativo, confirmó los peores vaticinios: el plan B de los republicanos, la derogación de la actual política sanitaria sin presentar un reemplazo, quitaría el seguro de salud a 32 millones de personas en la próxima década, 17 de ellos en el primer año.

Los precios subirían un 25% en 2018, un 50% en 2020 y se multiplicarían por dos en 2026.

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