La trama de colusión entre la campaña de Donald Trump y Rusia para influir en los resultados de las elecciones era puro rumor, especulación sin pruebas, hasta ayer.
Fue el hijo mayor del magnate, Donald Trump junior, quien se encargó de aportar la primera prueba de la posible colusión con el Kremlin para derrotar a Hillary Clinton al lanzar a la opinión pública una serie de correos electrónicos —en parte para evitar que el diario The New York Times los publicara en exclusiva— que confirman no sólo que se le ofreció ayuda directa de allegados al gobierno del presidente ruso, Vladimir Putin, para favorecer a la campaña de su padre, sino que aceptó de buena gana.
En ellos se leía la voluntad de una “abogada del gobierno ruso” de “entregar a la campaña de Trump documentos e información oficial que podría incriminar a Hlllary” y que “podría ser muy útil” para el magnate, “información confidencial y de muy alto nivel, parte del apoyo de Rusia y de su gobierno”.
La oferta del Kremlin para conspirar estaba hecha. En lugar de avisar a los servicios de inteligencia del país para denunciar el intento de injerencia, Donald Jr. se prestó a la colusión. “Si es lo que dices, me encanta. Especialmente para más adelante, en el verano”, respondió, según los mensajes.
Seis días después de ese primer contacto se reunía con una abogada rusa en la Torre Trump, acompañado de su cuñado Jared Kushner y el jefe de campaña, Paul Manafort, hecho que destapó The New York Times y que, cada día que pasaba, desestabilizaba un castillo de naipes que terminó por caer de forma estrepitosa.
Del encuentro no habría salido nada interesante —la abogada aseguró en una entrevista a NBC que nunca tuvo información de Clinton y que no era una enviada del Kremlin— pero la confesión del hijo de Trump podría ser el primer paso para incriminarlo. En una entrevista con la cadena Fox, Trump Jr. describió la reunión como “un nada”, de la que no se hubiera acordado si no hubiera salido en la prensa. A pesar de eso dijo que, de saber las consecuencias, “habría hecho las cosas de otra forma”.
La defensa del presidente hacia su hijo fue más bien tibia. “Es una persona de alta calidad y aplaudo su transparencia”, resumió Trump en un comunicado leído por la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee.
La coraza alrededor del magnate es total para evitar que se vea afectado. Según todas las versiones, él nunca supo nada de la reunión. “No había nada que decirle”, resumió su hijo.
Los legisladores demócratas redoblaron sus esfuerzos en el Rusiagate. El senador Mark Warner aseguró que existe un “patrón” entre los allegados de Trump de negar cualquier contacto con los rusos “hasta que aparece la verdad”. Todos pidieron que se convoque de urgencia al primogénito de los Trump para que declare ante los comités pertinentes en sesión abierta y bajo juramento. Incluso, el ex candidato demócrata a vicepresidente Tim Kaine opinó que las acciones del hijo del presidente sobrepasan la “obstrucción de justicia” y se acercan al “perjurio” o a la “traición”. Los republicanos, por su parte, intentaron quitar importancia al asunto.