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El ex director del FBI James Comey cumplió con las expectativas y no tuvo reparos en decir que la Casa Blanca y el presidente de Estados Unidos mintieron sobre su destitución al frente del Buró Federal de Investigación (FBI), e incluso se confesó como el autor indirecto de las filtraciones que permitieron conocer los encuentros entre él y Donald Trump, que han despertado cada vez más sospechas de una posible obstrucción de justicia.
Comey llegó a su asiento dos minutos más tarde de lo previsto, rodeado por una expectación desmesurada: decenas de fotógrafos se agolparon ante él, centenares de periodistas y curiosos llevaban horas esperándolo y los bares de Washington se llenaron para vivir un momento que se esperaba que fuera un punto de inflexión en el Rusiagate.
No decepcionó, a pesar de que en la víspera se conoció su relato —como si de un guión de cine se tratara— de todos los encuentros que tuvo con el presidente y las presiones a las que se vio sometido en los cuatro meses que duró en el cargo tras la llegada de Trump al poder.
Tras jurar con la mano derecha alzada que diría la verdad ante los 15 senadores que lo iban a acribillar a preguntas por casi tres horas, empezó el espectáculo, y ya en su intervención inicial comenzaron los ataques. “La administración Trump me difamó a mí y al FBI diciendo que reinaba el desorden (…) Era mentira, pura y simplemente”, dijo. Todavía herido por cómo lo despidieron, Comey no tuvo reparo en decir que la Casa Blanca era una “mentirosa”.
Y no fue la única vez: también “mintió” sobre las razones de su despido. “Me echaron por la forma en que estaba llevando a cabo la investigación sobre Rusia, que de alguna forma le estaba poniendo presión encima de él [Trump] y lo estaría irritando”, aseguró.
Cuando el primer fiscal general de Barack Obama, Eric Holder, definió a Comey como un jugador de ajedrez, lo hizo por días como el de ayer. El ex funcionario demostró un análisis preciso y un conocimiento de las piezas, sus movimientos y no dudó en alardear de ello.
Comey descubrió parte de su estrategia y confesó haber sido el instigador de las filtraciones que tras su despido abrieron grietas en la Casa Blanca.
Comey reiteró que Trump le pidió lealtad y abandonar la investigación sobre el ahora ex asesor de seguridad nacional Michael Flynn. Para filtrar esa información a The New York Times, Comey recurrió a la ayuda de un amigo (un profesor de leyes de Columbia), quien envió sus apuntes al periódico el día después que el magnate advirtiera que tenía grabaciones de sus conversaciones. “Ojalá existan las cintas (…) y las publiquen”, retó ayer Comey.
La estrategia tras esa jugada del ex jefe del FBI era la creación de un grupo de investigación independiente lo antes posible, y lo consiguió. Esa misma semana Robert Mueller fue nombrado fiscal especial para el caso.
Comey agregó que tomó notas sobre sus reuniones con Trump porque “honestamente me preocupaba que él pudiera mentir sobre la naturaleza de nuestro encuentro y pensé que realmente era importante documentarlo”.
La audiencia sirvió para ahondar en algunos detalles, como el hecho de que Trump le pidió deshacerse de la investigación a Flynn. “Lo tomé como una directriz”, que no siguió, explicó Comey, porque estaba en un “embrollo legal” por sus contactos con Rusia.
Comey evitó pronunciar las palabras “obstrucción de justicia”, dejando entrever que la investigación del FBI estaría haciendo pesquisas en ese sentido contra el presidente, pero quitándose de encima toda la carga sobre el tema. Ahora el asunto está en manos de Mueller, quien tendrá que descifrar si fue así.
Trump se abstuvo de tuitear durante la audiencia. La respuesta corrió a cargo de su abogado personal Marc Kasowitz, quien leyó una declaración y no aceptó preguntas; ese fue el contraataque del presidente.
El letrado negó que Trump exigiera lealtad a Comey “ni en forma ni en sustancia”, y que “jamás intentó impedir” que el ex director del FBI investigara algo o a alguien dentro de la trama rusa.
Por el contrario, acusó a Comey de “filtrar” información a la prensa, uno de los caballos de batalla principales de la administración Trump.
“El señor Comey admitió que difundió de forma subrepticia y sin autorización comunicaciones privadas con el presidente”, sentenció, dejando la puerta abierta a que le investigue por ello.
“En resumen, queda establecido que el presidente no estaba siendo investigado por conspirar con los rusos o intentar obstruir la investigación”, defendió Kasowitz.
La Casa Blanca se limitó a decir que el presidente “no es un mentiroso”. El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, dijo que quizá Trump no sabe cómo funcionan los canales de comunicación con las agencias de inteligencia porque “es nuevo en el cargo”.