El análisis de Trumpcare, la reforma sanitaria de los senadores republicanos de Estados Unidos, no concluyó con las cifras esperadas por los conservadores.

El análisis realizado por la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés) determinó que hasta 15 millones de estadounidenses perderán su seguro médico en 2018, y 22 millones en el curso de la próxima década.

Si bien es una cifra menor respecto al texto aprobado por la Cámara de Representantes, la disminución es ridícula: sólo un millón de personas hasta 2026.

La CBO resume que esta versión del Trumpcare, la tercera en menos de tres meses, afecta especialmente a personas mayores, mujeres y las clases más pobres, que se sirven del sistema público (Medicaid) —que da cobertura a 41% del país— que tendría un recorte de al menos 772 mil millones de dólares.

En total, a finales de 2026, 49 millones de estadounidenses se verán orillados a deshacerse de su sistema de salud. Con Obamacare las estimaciones apuntaban a menos de 28 millones de personas.

La ley, según la promesa del presidente Donald Trump en campaña, debía no sólo dar seguro médico a todos los estadounidenses, sino tener un costo bajo, en lo que también falla, ya que en el primer año el precio subiría 20%. La Casa Blanca desestimó los resultados de la CBO.

La propuesta del Senado, presentada la semana pasada con urgencia, responde a las máximas del programa republicano: recortes masivos y beneficios a las clases altas. Esa receta conllevaría una reducción del déficit de hasta 321 mil millones de dólares en una década, una cifra superior a los 119 mil millones del plan de la Cámara de Representantes y que puede servir para que algunos republicanos den el “sí” al documento.

Sin embargo, lograr que la propuesta se convierta en ley se augura extremadamente difícil. La negativa y dudas de una docena de senadores republicanos está provocando que los líderes conservadores empiecen a maquillar el texto. Los del ala más dura aún creen que se parece demasiado al plan actual. Los moderados temen que se recorten demasiados servicios. Es el caso de Susan Collins, senadora republicana por Maine, quien anunció que tras revisar el texto y el análisis de la CBO votará “no”.

Los líderes del partido quieren votar la ley esta semana, antes del receso por el Día de la Independencia, y hoy podría empezar el trámite en el Senado para que así sea.

Sean Spicer, vocero de la Casa Blanca, aseguró que Trump ha hecho “múltiples llamadas”, incluidos los senadores Ted Cruz y Rand Paul, dos firmes opositores al texto actual, para conseguir los apoyos necesarios y sacar adelante el documento.

“El análisis del CBO debería ser el final del camino para el Trumpcare: los republicanos deberían ser listos y leerlo como una gran señal de stop, urgiendo que den marcha atrás de un camino que sería desastroso”, advirtió el líder de los demócratas en el Senado, Chuck Schumer. Las prisas para la aprobación no convencen a los conservadores, y algunos piden a sus líderes una nueva fecha límite.

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