Gente cercana al gobierno de Rusia intentó piratear los sistemas electorales de al menos 21 estados de EU, según confirmaron altos funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional. Sólo dos de ellos fueron nombrados, Arizona e Illinois; el resto siguen sin conocerse.

Ante el comité del Senado dedicado a la investigación del Rusiagate, los oficiales aclararon que, a pesar del intento, ningún recuento de votos fue alterado, y sólo se detectaron fases de rastreo de información, si habrían obtenido éxito en “pocas redes”.

Si bien la injerencia del Kremlin estaba aceptada por todas las agencias de inteligencia de EU, hasta ayer ningún oficial de la administración había cuantificado el alcance. Sin embargo, las cifras difieren de las investigaciones y reportes de prensa, que destapan una intrusión mucho mayor.

Hace una semana, Bloomberg ponía el registro de hasta 39 estados afectados por un ciberataque ruso que habría intentado alterar o robar datos de votantes. The Intercept, por su parte, aseguraba que el ciberataque en un software habría impactado en al menos un centenar de elecciones locales en todo el país.

En un comité parecido, pero ante la Cámara de Representantes, el ex secretario de Seguridad Nacional bajo la presidencia de Barack Obama, Jeh Johnson, validó todas las amenazas ya conocidas: que Rusia seguirá activa para entrometerse en las futuras elecciones de EU, y que su interés no era tanto afectar los sistemas, sino utilizar las herramientas posibles para desvirtuar y poner dudas al funcionamiento electoral.

Una intromisión dirigida directamente por el presidente ruso, Vladimir Putin, y que en 2016 se vivió “en una escala y con un alcance sin precedentes”. Por ello, el gobierno federal puso a disposición un sistema de protección e identificación de fallas del sistema, que aceptaron 33 estados y 36 ciudades y condados, para reducir los efectos de los ataques.

Algo que no hicieron en el Partido Demócrata, uno de los afectados por la intromisión rusa y que “no sintió” que necesitaba ayuda para combatir un ataque, que finalmente se infiltró en el sistema de correo del jefe de campaña de la candidata Hillary Clinton, y que fue punto clave de su derrota.

El experto en ciberseguridad de la universidad de Michigan, J. Alex Halderman, alertó a los senadores que hay que prepararse para evitar otra injerencia, ya que “si fallamos en actuar creo que sólo es cuestión de tiempo que una gran elección sea afectada o robada por un ciberataque”.

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