El Estado Islámico (EI) destruyó ayer en Mosul la mezquita Al Nuri, donde el líder del grupo terrorista, Abu Bakr al Bagdadi, proclamó el “califato” el 29 de junio de 2014, informaron medios locales. El hecho constituye un reconocimiento de derrota por parte de los yihadistas, dijo el primer ministro iraquí, Haider Al Abadi.

Sin embargo, en un mensaje distribuido a través de la agencia Amaq, órgano de propaganda vinculado a los yihadistas, el EI acusó a la coalición internacional de destruir la histórica mezquita en un bombardeo.

El portavoz de la comandancia de Operaciones Conjuntas, Yahya Rasul, dijo a la televisión kurda iraquí Rudaw que los combatientes del EI pusieron explosivos en el templo en su huida. Horas antes, las fuerzas iraquíes anunciaron que se disponían a irrumpir en la mezquita, destacada por su minarete inclinado, conocido como Al Hadba, “el jorobado”.

El comandante de las fuerzas iraquíes respaldadas por la coalición internacional, general Abdulamir Yarallah, dijo que mientras sus tropas avanzaban hacia la ciudad vieja, “tras haber llegado a 50 metros de la mezquita Al Nuri, Daesh [acrónimo árabe de EI] cometió un nuevo crimen histórico al hacer explotar la mezquita de Al Nuri y la ‘hadba’”, el famoso minarete inclinado.

Fotos distribuidas por el Pentágono muestran en blanco y negro imágenes aéreas de la destrucción que sufrió la mezquita.

“Esto ha sido un crimen contra el pueblo de Mosul y de Irak y es un ejemplo de porque esta brutal organización debe ser aniquilada”, dijo en un comunicado el jefe del componente de Tierra de la misión estadounidense contra los yihadistas en Irak, el general Joseph Martin.

El minarete de la mezquita era una de las postales más famosas de Mosul, una ciudad tomada desde el verano de 2014 por el EI, que ahora se encuentra bajo asedio en un pequeño reducto del casco antiguo de la segunda urbe iraquí.

“Es una declaración oficial de derrota”, estimó Haider Al Abadi en una declaración publicada horas después de que la mezquita fuera destruida con explosivos.

La campaña de Mosul se inició el pasado octubre; en enero concluyó la liberación de los barrios al este del río Tigris y desde febrero las tropas iraquíes están combatiendo a los terroristas en el oeste de la ciudad, que antes de la ocupación del Estado Islámico, en 2014, llegó a tener cerca de dos millones de habitantes. Rodeada por murallas del siglo XI que fueron destruidas en el siglo pasado, junto a las márgenes del Tigris en su sector oriental, el casco antiguo de Mosul constituye el corazón de la segunda ciudad iraquí, que durante varios siglos fue un importante cruce de rutas comerciales entre India, Persia y el Mediterráneo.

El minarete inclinado era uno de los pocos vestigios del edificio original. Terminado de construir en 1172 y decorado con motivos geométricos formados con ladrillos, figuraba por ejemplo en los billetes de 10 mil dinares iraquíes, antes de convertirse en símbolo del EI cuando los yihadistas plantaron su bandera negra en su cúspide a 45 metros del altura.

Cuando tomó el control de Mosul, el EI destruyó varios monumentos históricos, entre ellos el principal museo de la ciudad. El grupo consideraba el minarete inclinado como una perversión del islam.

Independientemente de la destrucción, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) afirmó que prevé un importante flujo de desplazados del casco antiguo de Mosul a medida que las fuerzas iraquíes prosiguen su ofensiva.

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