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En un hecho que deja muchas interrogantes, un hombre enmascarado armado tomó ayer por asalto un complejo de hotel-casino en la capital de Filipinas. Las autoridades aseguraron que se trató de un robo que no dejó víctimas y descartó que se tratara de un acto terrorista. Sin embargo, esta mañana la policía informó que encontró los cuerpos de 34 personas.
Medios internacionales indicaron que las víctimas habrían fallecido a consecuencia del humo provocado luego de que el hombre armado prendiera fuego a mesas del casino.
Sin embargo, la situación era confusa. Las primeras versiones oficiales señalaban que el atacante disparó contra una pantalla de televisión, inició el fuego y llenó una mochila con fichas de casino para luego huir pero murió a manos de la policía.
“Está muerto. Fue abatido por nuestras tropas”, dijo el comandante nacional de la policía Ronald Dela Rosa a la cadena de televisión GMA, aunque poco después cambió la declaración y dijo que el sospechoso se prendió fuego en una habitación del hotel. “Se acostó en la cama, se cubrió con una manta, aparentemente rociada de petróleo, y se quemó”.
Previamente se habló de 75 heridos leves a consecuencia de una estampida para huir del hombre armado, quien tenía un fusil de asalto.
Expertos del grupo estadounidense SITE Intelligence, especializado en terrorismo internacional, tuitearon que un portavoz de Estado Islámico (EI) había atribuido la incursión a “lobos solitarios del califato”.
Según ese grupo, que sigue de manera estrecha las actividades de los grupos islamistas, la reivindicación procedería de Marawi, en el sur del país, donde milicias islamistas afines al EI combaten desde hace 10 días contra tropas gubernamentales.
Pero tres horas después de los hechos registrados en el Resort World Manila, cercano al aeropuerto internacional de la capital filipina, la policía señaló que no había descubierto vínculos a terrorismo e insinuó que el motivo del ataque pudo haber sido un robo. “Él hubiera disparado contra toda la gente que estaba apostando ahí” si se hubiera tratado de terrorismo, “pero no hirió a nadie” dijo Dela Rosa. “No hay elementos de violencia, amenazas o intimidación que indiquen que sea terrorismo”, insistió.
“No entren en pánico. Éste no es un caso para alarmarse; sólo estamos alerta... No podemos atribuir esto a terrorismo sin una evidencia”. La policía señaló que no había indicios de que alguien hubiera sido tomado como rehén.
Un conserje del hotel dijo a la web local Rappler que el ataque tuvo como escenario un restaurante de la segunda planta. El conserje, identificado como Roberto Palao Junior, afirmó que ayudó personalmente a algunos turistas que resultaron heridos. Una segunda empleada, Maricel Navarro, narró que el ataque desató la histeria colectiva en el complejo.
“Todo el mundo gritaba y nadie sabía qué hacer ni hacia dónde dirigirse”, declaró a la emisora de radio local DZMM.
Los enfrentamientos en Marawi, ciudad de la región de Mindanao, de mayoría musulmana, han causado más de 170 muertos, y según analistas locales no tienen visos de concluir a corto plazo. El ejército se ha desplegado en Marawi bajo el amparo de la ley marcial.