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Un inmenso incendio forestal dejó al menos 61 muertos, muchos de ellos calcinados en el interior de sus vehículos, y más de medio centenar de heridos en el centro de Portugal, donde ayer los bomberos seguían luchando contra las llamas.
Cerca de 800 bomberos y 250 vehículos combatían el fuego que se declaró el sábado en la localidad de Pedrogao Grande, a unos 50 km de Coimbra, en la región de Leira, y se extendió rápidamente por varios frentes. Según un nuevo balance anunciado por el primer ministro Antonio Costa, la cifra de muertos fue corregida de 62 a 61 porque un fallecido había sido contabilizado dos veces, pero “seguramente encontraremos más víctimas”, añadió el jefe de gobierno, visiblemente conmovido por la tragedia luego de una visita al sitio del incendio.
Muchas de las víctimas se vieron atrapadas por las llamas en el interior de sus coches cuando circulaban por una carretera cercana. “Es difícil decir si estaban huyendo del fuego o fueron sorprendidos por él”, de acuerdo con João Gomes, secretario de Estado de Administración Interna, encargado de informar de la evolución del suceso.
La mezcla de vientos cruzados, altas temperaturas y tormentas secas estuvieron detrás del devastador incendio. Las imágenes más dantescas eran las de la carretera que une los municipios de Figueiró dos Vinhos y Castanheira de Pera, con numerosos vehículos totalmente calcinados. Medios lusos la bautizaron como la “carretera de la muerte”. “Se quedaron atrapados en una ratonera de humo”, dijo a la prensa el presidente de la Liga de los Bomberos de Portugal, Jaime Marta Soares, quien explicó que “cuando las personas entraron en esas carreteras, el incendio podría estar a kilómetros de distancia”.
Las llamas avanzaron más rápido de lo que pensaban, avivadas por los fuertes vientos y las altas temperaturas (más de 40 grados), y se propagaron de forma “que no tiene explicación”, llegó a decir Gomes.
El director nacional adjunto de la Policía Judicial (PJ), Pedro do Carmo, dijo que “la información recogida hasta el momento en el lugar del suceso nos permite pensar que, con un alto grado de certeza, la causa del fuego sea un rayo que alcanzó un árbol”.
El presidente portugués Marcelo Rebelo de Sousa apeló a la unidad de los portugueses, a la solidaridad y a “proseguir el combate en curso” contra el incendio. El gobierno decretó tres días de duelo por esta tragedia, la peor de su tipo, por el número de muertos, en dos décadas.
Italia envió ya dos aviones de bomberos para colaborar en la extinción del incendio portugués.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, expresó su “profunda tristeza” y sus condolencias al gobierno y ciudadanos de Portugal. “Estoy conmocionado y horrorizado por la cantidad de vidas que se cobraron los devastadores fuegos”, dijo quien fuera primer ministro portugués. “Naciones Unidas está lista para prestar asistencia de cualquier manera posible”, añadió. Desde el Vaticano, el papa Francisco expresó su “cercanía con el querido pueblo portugués”.