Madrid y Barcelona han lanzado una estricta campaña para disminuir la contaminación, en donde incluye medidas como impedir la circulación a todos los coches anteriores a 1999 y una reducción drástica de la velocidad.

España lleva años recibiendo amenazas de la Unión Europea por sus altos niveles de contaminación, especialmente de dióxido de nitrógeno (NO2). Bruselas se ha mostrado dispuesta a acudir al Tribunal de Justicia europeo porque, mientras capitales europeas como Londres o París han establecido medidas para reducir el tráfico, Madrid y Barcelona se han resistido a hacerlo.

Pero esta oposición terminó en 2015, con la llegada al ayuntamiento de ambas ciudades de coaliciones de izquierdas afines a Podemos que han convertido la lucha contra la contaminación en una acción prioritaria.

La alcaldesa de Madrid, la exjuez Manuela Carmena, empezó por establecer reducciones de tráfico en los días de alta contaminación que han resultado siempre muy polémicos. Estas navidades, su equipo incluso experimentó con el cierre de la Gran Vía, aunque finalmente desechó convertir estas restricciones en definitivas.

Este mes de marzo, el ayuntamiento presentó un ambicioso Plan de Calidad del Aire y Cambio Climático. A partir del año próximo, la ciudad comenzará a delimitar un Área Central Cero Emisiones dentro del perímetro de sus grandes rondas y bulevares. La medida equivale a eliminar el tráfico de paso en el centro, que quedará restringido a residentes, trabajadores y ocupantes de hoteles.

La lucha contra la velocidad es otra de las grandes novedades. La máxima se reducirá a 70 kilómetros por hora en los accesos metropolitanos y el anillo de circunvalación conocido como M-30.

La ciudad también reformará las calles de acceso al centro para ampliar las aceras y los carriles bici y reducir los de automóviles. “Solo en 2017 se van a crear más de 30 kilómetros de itinerarios ciclistas. Además, se comenzará a renovar la flota de autobuses”, explica un portavoz municipal.

“El plan incluye una decidida apuesta por la economía verde”, aseguran desde el ayuntamiento. Además de los autobuses ecológicos, Madrid aumentará los incentivos para que los particulares se cambien a vehículos de bajas emisiones.

En 2020 ningún coche contaminante podrá aparcar dentro de la ciudad. Y en 2025, Madrid aspira a limitar su acceso totalmente. Para esa fecha, no podrán circular todos los autos matriculados antes del año 2000 (gasolina) o de 2006 (diésel).

La medida ha generado un amplio debate y, aunque ha suscitado grandes simpatías, también tiene detractores. “¿Se creen que somos ricos?”, protesta un vecino del centro con un vehículo de diésel de 2004. “Yo no puedo cambiar de coche cuando diga Carmena”.

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha sido aún más ambiciosa y ha logrado convencer a varias ciudades vecinas para formar un frente común contra el humo. A partir de 2019, los turismos matriculados antes de 1999 y las furgonetas con matrícula anterior a 1996 tendrán prohibido rodar por la capital catalana y 40 municipios de su alrededor.

Los fabricantes de coches eléctricos han aplaudido estas medidas. En España sólo el 0,2% de los conductores se decanta por un eléctrico, en comparación con países como Holanda (10%) o Noruega (23%), explica Alberto Amores, de Monitor Deloitte. España tenía en 2016 apenas 11 mil autos eléctricos sobre un total de 22 millones.

"Estas restricciones condicionarán las decisiones de compra de los conductores y elegirán coches menos contaminantes”, dice Amores. “Antes nadie miraba el nivel de emisiones al comprarse un coche. Ahora sí”.

lsm

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