El presidente francés, Emmanuel Macron, no se anduvo con titubeos y quiso ayer marcar terreno en su primera reunión con su homólogo ruso, Vladimir Putin, en la que abordó numerosos puntos de fricción entre ambos países, como la interferencia de medios cercanos al Kremlin en su campaña electoral o las diferencias sobre Siria o Ucrania.

El mandatario francés escogió el Palacio de Versalles para recibir a Putin, y pese a los asuntos que los separan, la reunión supuso un reinicio de las relaciones franco-rusas, que quedaron congeladas durante el mandato de François Hollande.

En el encuentro, que Macron calificó de “extremadamente franco”, ambos líderes se comprometieron a mejorar las tensas relaciones entre sus países.

Putin admitió diferencias de opinión durante la conversación; sin embargo, insistió en que las relaciones franco-rusas resisten a “todos los puntos de fricción”. “Discrepamos en un número de cuestiones, pero al menos hablamos de ellas”, declaró Macron.

El conflicto sirio y la situación en Ucrania centraron las conversaciones entre los dos presidentes, quienes se mostraron dispuestos a trabajar juntos en la lucha contra el terrorismo.

En la línea del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, Macron fijó desde el primer momento una línea roja sobre Siria: el uso de armas químicas por cualquiera de las partes. Si ello sucede, “sería objeto de represalias y de una respuesta inmediata por parte de Francia”, sentenció el francés.

Putin se limitó a insistir en que su interés es que ambos países cooperen contra el terrorismo en Siria y repitió que Macron sabe que la postura rusa es que no se puede luchar contra la amenaza yihadista destruyendo el Estado.

Sobre Ucrania, el mandatario francés abogó por una “desescalada” de la violencia, para lo que se convocará a un nuevo encuentro en el llamado formato Normandía (que agrupa a Rusia, Alemania, Ucrania y Francia).

De forma progresiva, Macron comenzó a abordar temas sensibles para Putin, como la situación de los homosexuales en Chechenia, sobre la que será “extremadamente vigilante”.

La tensión fue a más cuando los periodistas inquirieron a ambos líderes sobre la visita de la candidata ultraderechista Marine Le Pen a Moscú en plena campaña electoral. Putin defendió la reunión que mantuvo con ella y dijo: “Si Le Pen nos pidió ser recibida, por qué no íbamos a hacerlo. Eso no quiere decir que hayamos intentado influir en el resultado de las elecciones”.

Macron repitió su acusación sobre que “durante la campaña, Russia Today y Sputnik fueron agentes de influencia que varias veces esparcieron noticias falsas sobre mi persona y mi campaña”. Putin no reaccionó, pero sí lo hizo cuando un periodista sugirió que Moscú había estado detrás de los ciberataques contra la campaña del mandatario, al decir que esas acusaciones no se basan en hechos.

Frente a un Macron proactivo, Putin apareció agazapado, en ocasiones casi a la defensiva. Pero como dijo en France Info el investigador Julien Nocetti, del Instituto francés de Relaciones Internacionales, “en los primeros encuentros, Putin prefiere quedarse en la contención. No sobreinterpreta la amistad y se mantiene prudente frente a alguien a quien no conoce”.

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