Berlín recuerda en el centenario de su nacimiento a John F. Kennedy, quien en 1963 pronunció uno de sus discursos más célebres en la ciudad entonces atravesada por el muro, símbolo de la guerra fría.

"Ich bin ein berliner (yo soy un berlinés)", es la frase, dicha  en alemán, más recordada de aquel discurso de Kennedy, pronunciado el 29 de junio de 1963, dos años después de la construcción del muro de Berlín, ante el ayuntamiento de Schöneberg, en ese momento la sede del gobierno de la ciudad-estado en el sector occidental.

El ayuntamiento de Schönberg es ahora una de las tantas alcaldías de distrito de Berlín. Sin embargo, el edificio y la plaza enfrente del mismo, que lleva el nombre de John F.Kennedy, siguen siendo lugares icónicos en la historia de la ciudad.

Hoy, en ese lugar y al aire libre, un actor repitió completo el discurso de Kennedy en un acto para celebrar el centenario, con asistencia del alcalde-gobernador, Michael Müller, y la alcaldesa de Schöneberg, Angelika Schöttler.

En varias intervenciones se recordó la visita de Kennedy, que fue la primera realizada por un presidente de EEUU a Berlín después del final de la II Guerra Mundial.

En un coche descubierto, en compañía del canciller alemán de la época, Konrad Adenauer, y del entonces alcalde de Berlín, Willy Brandt, Kennedy había recorrido la parte occidental de la ciudad y a las calles habían salido más de un millón de personas.

En una sala del ayuntamiento de Schöneberb, que lleva el nombre de John F.Kennedy, están expuestas algunas fotografías de la visita, incluyendo su paso por lugares claves en la historia de la partición alemana, como la emblemática Puerta de Brandeburgo, en ese momento encerrada por el muro.

Kennedy, impresionado por el recibimiento y por lo que había visto del muro, le dio un retoque final a su discurso, ya en el ayuntamiento de Schöneberg, donde pidió que le tradujeran al alemán la frase "soy un berlinés".

"Ya antes, en el comienzo de la guerra fría, los Estados Unidos había sido clave para la población berlinesa occidental cuando rompieron el bloqueo soviético de suministros a la ciudad a través del puente aéreo. Años después Kennedy le daría algo también clave para supervivencia: esperanza", dijo el alcalde Michael Müller durante el acto conmemorativo.

La frase "soy un berlinés" era, para Kennedy, "la frase que con más orgullo" podía decir alguien en el mundo libre, lo mismo que  2 mil años atrás lo más orgulloso que podía decir alguien era declararse ciudadano romano.

Además, en su discurso, Kennedy enmarcó esa frase en el contexto de la guerra fría y de la confrontación de occidente con el bloque comunista.

"Si hay gente en el mundo que no ha entendido de qué se trata la confrontación con el comunismo sólo les digo que vengan a Berlín. Hay gente que dice que el comunismo es el futuro, sólo les digo que vengan a Berlín", dijo.

"La vida en libertad no es fácil, la democracia no es perfecta. Pero nunca hemos tenido que construir un muro para evitar que nuestra gente se vaya a otra parte", añadió.

Cerca de un año después -entre tanto Kennedy había sido asesinado- Jacqueline Kennedy le escribió una carta a Willy Brandt en la que decía que era sorprendente que una de las frases más recordadas de su marido no hubiera sido pronunciada en inglés sino en alemán.

Durante su estancia en Berlín, Kennedy pronunció otro discurso, en la Universidad Libre, menos recordado y dedicado a la idea de que las universidades debían formar ciudadanos del mundo.

Hoy, el Insituto de Estudios Americanos de la Universidad Libre lleva el nombre de Kennedy y hoy ha dedicado también un simposio a la figura del legendario presidente estadounidense.

vj

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