El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo ayer que se investigarán filtraciones de información “muy preocupantes” a medios de comunicación sobre el ataque suicida en Manchester, después de que la policía británica dejó de compartir brevemente inteligencia con agencias estadounidenses.

Poco después, el fiscal general estadounidense, Jeff Sessions, anunció en un comunicado que “hemos empezado a dar los pasos apropiados para hacer frente a estas filtraciones desenfrenadas que socavan nuestra seguridad nacional”, y dijo haber hablado sobre el tema en una llamada con la ministra británica del Interior, Amber Rudd.

El fiscal general no detalló si la investigación se centrará sólo en las filtraciones de información ocurridas en el atentado de Machester o si, por el contrario, las pesquisas tendrán un espectro más amplio y buscarán investigar el origen y naturaleza de las filtraciones de los últimos meses.

La primera ministra británica le planteó a Trump sus preocupaciones por las filtraciones, diciéndole que la inteligencia compartida entre sus países debe estar protegida, en una extraña expresión pública de descontento con su principal aliado en asuntos de seguridad.

Tras una suspensión que duró alrededor de un día, el funcionario de mayor rango en contraterrorismo británico afirmó anoche que la policía retomó el intercambio de información con EU tras recibir “nuevas garantías”. Trump dijo haber pedido “al Departamento de Justicia y a otros organismos pertinentes que lleven a cabo una revisión completa de este asunto y, si procede, el acusado debe ser procesado con todo el peso de la ley”.

El escándalo se agravó cuando el diario estadounidense The New York Times publicó imágenes que mostraban fragmentos de explosivos, tomadas en la escena del crimen. El jefe de la policía de Manchester, Ian Hopkins, dijo que esta filtración socavaba la investigación y afectaba a las familias que “ya están sufriendo terriblemente con sus pérdidas”. El rotativo se defendió alegando que la imágenes ni eran gráficas ni faltaban al respeto a las víctimas.

La disputa se produce mientras la policía británica intensificaba su investigación sobre una red que se sospecha estaba detrás de Salman Abedi, el británico de 22 años de padres libios, que detonó un dispositivo sofisticado a la salida de un concierto el lunes por la noche, matando a 22 personas e hiriendo a 64, en su mayoría niños y adolescentes. Hopkins dijo que van ocho detenidos “significativos” relacionados con el caso. La reina Isabel II visitó ayer a algunos de los heridos. “Es espantoso, muy malvado hacer este tipo de cosas”, dijo sobre el ataque.

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