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La licencia para conducir y la tarjeta de crédito de Salman Abedi, el terrorista suicida de Manchester, aparecieron en la escena del crimen permitiendo su rápida identificación. Lo mismo pasó en anteriores atentados del Estado Islámico en Europa: la prueba de la autoría apareció sin necesidad de buscarla.
¿Consigna o coincidencia? Teniendo en cuenta los antecedentes, lo más probable es que sí. Pareciera que los terroristas pretendieran reivindicarse luego de inmolarse.
Por ejemplo, en el caso de Anis Amri, el yihadista que en diciembre de 2016 estrelló un camión contra un mercado navideño en Berlín, dejó su identificación en la guantera, con lo que la persecución policial estuvo enfocada desde el principio.
Lo mismo pasó con los hermanos Chérif y Said Kouachi, que dejaron sus documentos de identidad dentro del vehículo que robaron para escapar después de cometer el atentado en la revista satírica Charlie Hebdo.
Sucedió algo parecido con uno de los atacantes del 13-N en París, llevaba consigo un pasaporte sirio falso a nombre de Ahmed Almuhamed que permitió trazar su ruta a través de Turquía y la islade Leros hasta el corazón de Europa junto al belga Salah Abdeslam, el cerebro de los atentados, una pista clave.
Esa práctica, voluntaria o no, supone que la investigación avance mucho más rápido.
Las autoridades sanitarias de Manchester informaron de que cinco adultos y cinco niños continúan en estado crítico tras el atentado en el concierto de Ariana Grande que dejó 22 muertos y 64 heridos.
En total, 32 personas continúan ingresadas -18 adultos y 14 niños-, detalló en una comparecencia ante los medios Bob Pearson, el director del organismo Central Manchester Unviersity Hospitals, que controla ocho hospitales en la cuidad inglesa.
El autor del atentado suicida de Manchester, Salman Abedi, de 22 años, era un joven británico de ascendencia Libia que se crió en un contexto familiar yihadista.
lsm