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La Casa Blanca presentó hoy al Congreso un presupuesto para el año fiscal 2018 con recortes en la ayuda a los pobres y a la diplomacia pero con mayor gasto militar.
El plan dice buscar un equilibrio presupuestal en 10 años en gran parte achicando los beneficios que reciben decenas de millones de estadounidenses de bajos ingresos; incluidos lo que ayudaron con su voto a Donald Trump a llegar a la Casa Blanca.
El programa presupuestal, que es de unos 4.1 billones de dólares, no será aprobado en el Congreso tal y como lo mandó la Casa Blanca. Normalmente es modificado en largas negociaciones.
El gasto de gobierno, dice el texto, sería rebajado en 3.6 billones de dólares en 10 años. El grueso de esos gastos incluyen la asistencia médica a los pobres (Medicaid) y los cupones de alimentación que también reciben los más necesitados.
El presupuesto propone una licencia de seis semanas para los nuevos padres, lo cual insumirá unos 20 mil millones de dólares en 10 años. Esa es una iniciativa impulsada por Ivanka Trump, hija y asesora del presidente.
"Hay que tener compasión por la gente que recibe fondos federales pero también hay que tener compasión por quienes los pagan", dijo el director de Presupuesto de la Casa Blanca, Mick Mulvaney, a periodistas.
El Departamento de Estado y la Agencia de Protección Ambiental (EPA) tendrán sus presupuestos recortados en un tercio. El gasto en Defensa, en cambio, aumenta más de 50 mil millones de dólares, lo que significa 10 mil millones por encima de los niveles de 2017.
La propuesta incluye 2 mil 600 millones de dólares para seguridad fronteriza y contra la inmigración. Eso incluye mil 600 millones de dólares para construir un muro en la frontera con México; una de las más espectaculares y polémicas promesas electorales de Trump.
Mulvaney salió al cruce de quienes protestan porque el proyecto de presupuesto recorta drásticamente fondos que sirven de contención social para los más pobres, como Medicaid.
"No estamos echando a nadie de programas que realmente necesita", dijo Mulvaney. "Tenemos mucho dinero en este país para atender a los que necesitan ayuda. No tenemos suficiente dinero para atender a todos los que no necesitan ayuda", añadió.
La oficina de Presupuesto del Congreso calcula que reducir el Medicaid interrumpirá la atención a unos 10 millones de personas y varios republicanos han expresado su inquietud ante tamaña decisión.
El presupuesto le daría a los estados cierta flexibilidad para imponer requerimientos de trabajo a los beneficiarios de programas contra la pobreza. Por ejemplo, los estados podrían tornar más severas las normas del Medicaid para los estadounidenses no discapacitados y sin hijos.
El presupuesto de Trump se basa en una optimista expectativa de crecimiento de 3% en los próximos años y da por sentado que la reforma fiscal, que está iniciando su marcha, será neutral en relación al déficit; es decir ni lo mejorará ni lo empeorará.
Esa hipótesis es rechazada tanto por la oposición demócrata como por algunos analistas económicos.
"Todo el presupuesto de Trump se basa en una estimación irreal de crecimiento y que ha ya sido rechazada por economistas influyentes", advirtió el senador demócrata Mark Warner.
Larry Summers, ex secretario del Tesoro y asesor de Barack Obama, calificó de "simplemente ridículo" el modelo presupuestal de la Casa Blanca.
"La administración Trump no ha hecho un solo pronunciamiento económico que se ajuste a estándares mínimos de competencia y honestidad", dijo Summers en una columna en el diario The Washington Post.
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