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Este lunes el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se convirtió en el primer mandatario de su país en funciones que visita el Muro de los Lamentos o Muro de las Lamentaciones, el lugar más sagrado del judaísmo.
Este sitio tiene un enorme significado histórico.
El lugar visitado por Trump es una sección del Muro Occidental de 60 metros de largo que se encuentra en el Barrio Judío. El resto, con una longitud total de 488 metros, pasa por el Barrio Musulmán.
La pared en la que el magnate puso su mano es parte del Segundo Templo judío construido alrededor del año 536 antes de Nuestra Era y que fue destruido por los romanos en el año 70 después Nuestra Era.
De acuerdo con la historia, el muro fue dejado en pie para recordar a los judíos su derrota ante los romanos, de ahí el nombre de Muro de las Lamentaciones. Sin embargo, los judíos lo ven como la promesa de que siempre quedará en pie algo de su templo sagrado.
Aunque también quedan restos del Muro Oriental y el Muro Sur, el Occidental es el lugar de peregrinación para todos los judíos del mundo.
Los fieles suelen escribir oraciones o votos en los mensajes que dejan en ese lugar. De acuerdo con la tradición judía, solo los hombres pueden orar en este sitio. Para las mujeres existe un lugar separado, que fue visitado por Melania e Ivanka Trump.
El Muro de los Lamentos se encuentra en la Ciudad Vieja de Jerusalén, también conocida como Jerusalén este, que es la parte palestina de la ciudad, ocupada por Israel en 1967 y anexionada en 1980, aunque no reconocida internacionalmente.
Israel considera a Jerusalén como su capital "indivisible", mientras que los palestinos quieren convertir Jerusalén este en la capital del Estado Palestino. Es por eso que ningún funcionario israelí acompañó a Trump en su visita al Muro, ya que su presencia podría ser interpretada como un reconocimiento de Estados Unidos a la soberanía de Israel en esta lugar.