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El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) elige este domingo su nuevo líder. La candidata del aparato del partido, Susana Díaz, se enfrenta al antiguo secretario general, Pedro Sánchez, depuesto por una rebelión de los cargos intermedios de la formación en octubre del año pasado.
El choque entre las dos personalidades ha llegado a un punto de tensión que amenaza con mantener el PSOE dividido, independientemente de quién gane las elecciones primarias. Desde que Sánchez fue destituido en una maniobra que dejó una profunda cicatriz entre los militantes y la cúpula socialista, el partido es dirigido por una gestora muy cercana a las posiciones de Díaz. A la espera de una dirección definitiva, el PSOE apenas tiene iniciativa parlamentaria y no toma decisiones estratégicas.
Pedro Sánchez ha construido su campaña sobre el reproche a esa gestora que, con su abstención en la sesión de investidura a finales de 2016, permitió a Mariano Rajoy repetir como presidente de España. Sánchez argumenta que su destitución fue una maniobra impulsada por el establishment empresarial para evitar que formase un gobierno junto a la izquierda de Podemos, que ayer presentó una moción de censura contra Rajoy por los recientes escándalos de corrupción del Partido Popular. Sánchez asegura que él es el auténtico representante del socialismo de base contra los intereses de los poderosos.
Díaz acusa a Pedro de guiarse por una sed de venganza personal y arrastrar al partido hacia el populismo, un terreno en el que podría ser devorado por Podemos. La presidenta de Andalucía recuerda que, con Sánchez al frente, el PSOE cosechó los dos peores resultados electorales de su historia, y se reivindica como la heredera del socialismo exitoso e institucionalista de los presidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, que la han apoyado en su campaña. Defiende un PSOE más centralista, sin la comprensión hacia el nacionalismo catalán que Sánchez ha mostrado.
Díaz partía como gran favorita en estas elecciones, pero Sánchez ha dado crecientes muestras de fuerza y el resultado de la votación de mañana se ha vuelto incierto. Entre otras cosas, porque existe un tercer candidato en liza, Patxi López. Sus posibilidades de victoria son casi inexistentes, pero la posible fuga de votos de sus partidarios hacia las candidaturas de Sánchez o Díaz será decisiva.
Periodistas especializados en el PSOE, como Jesús Maraña, director de Infolibre y autor de Al fondo a la izquierda (Planeta, 2017), considerado el libro más certero sobre la crisis del partido, no quieren aventurarse a dar previsiones. “Las propuestas de Díaz y Sánchez están muy ajustadas”, explica Maraña, quien considera que “el PSOE necesita huir de la obsesión por los liderazgos personales” y centrarse en recuperar la confianza de los votantes, que en muchas encuestas colocan al partido en tercera posición, por detrás del conservador Partido Popular y de Podemos.
Todos los analistas coinciden en que el partido puede salir muy debilitado de esta guerra. El historiador Santos Juliá aseguró esta semana en El País (diario que apoya abiertamente la candidatura de Díaz) que el PSOE está viviendo “la enfermedad senil del socialismo”, que es “el faccionalismo”.
En un escenario internacional de declive de la socialdemocracia, el PSOE teme haber empezado la misma dinámica que ha convertido en fuerzas casi residuales a los socialistas de Francia y Grecia, y que mantiene lejos del poder a los laboristas en Reino Unido y al SPD en Alemania.