En su búsqueda permanente del equilibrio que le permita romper las líneas partidistas, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, presentó ayer un primer gobierno en el que políticos veteranos se dan la mano con nuevas caras surgidas de la sociedad civil.
El núcleo duro del Ejecutivo que encabezará el conservador Edouard Philippe, de 46 años, como primer ministro, está compuesto por viejos lobos del socialismo, el centro, la derecha y hasta los verdes, con la designación del mediático activista Nicolas Hulot como “número tres” del gobierno y ministro de Ecología. Hulot —quien hasta ahora había rechazado las invitaciones a participar en un gobierno— es uno de los tres ministros de Estado, con rango superior al resto, junto a los responsables de Interior, Gerard Collomb, y de Justicia, François Bayrou.
Collomb, alcalde de Lyon por el Partido Socialista, fue la primera gran figura pública que abrazó la causa de Macron y ahora deberá encabezar una de las carteras más sensibles, con un país en estado de emergencia y amenazado por el terrorismo yihadista.
Mientras, el centrista Bayrou ve recompensado el apoyo que brindó a Macron en la precampaña electoral, cuando anunció que retiraba su propia candidatura para sumarse a la del joven aspirante. También formará parte de la médula gubernamental otro veterano, el socialista Jean-Yves Le Drian, un clásico del “hollandismo” que abandona Defensa para asumir el Ministerio de Europa y Asuntos Exteriores, con la misión de “refundar” la Unión Europea (UE).
Macron ha dejado buena parte de la gestión económica de su Ejecutivo en manos de la derecha: el ministro de Economía será el conservador Bruno Le Maire, derrotado aspirante a las primarias de su partido, mientras que Hacienda quedará en manos de Gérald Darmanin. El partido Los Republicanos anunció la expulsión inmediata de Le Maire, Darmanin y Philippe, argumentando que estos tres dirigentes apostaron por hacer campaña en favor del partido de Macron, en detrimento del propio.
Aunque se trata de un gabinete paritario, con 11 hombres y 11 mujeres (16 ministros, dos ministros delegados y cuatro secretarios de Estado), sólo una de ellas, Sylvie Goulard, tendrá uno de los llamados “ministerios de soberanía”, en su caso el de Defensa.
Las mujeres entran en el gobierno Macron principalmente desde la sociedad civil. La ministra de Sanidad es Agnès Buzyn, hasta ahora presidenta de la Alta Autoridad para la Salud; Cultura va para la editora Françoise Nyssen; y la ex tiradora olímpica de esgrima Laura Flessel asume Deportes.
Especialmente escrutada será la labor de la nueva ministra de Trabajo, la empresaria Muriel Penicaud, quien deberá acometer la reforma laboral, una de las primeras medidas que pretende sacar adelante el nuevo presidente.
En Educación, que se perfila como otro pilar de la acción gubernamental, estará el hasta ahora director de la Escuela Superior de Ciencias Económicas y Comerciales, Jean-Michel Blanquer. Fruto de la preocupación de Macron por la regeneración, Bayrou, Le Drian y Philippe deberán dejar de inmediato sus cargos locales y regionales. Cualquier ministro que no logre ser elegido por su circunscripción en las legislativas de junio tendrá que renunciar a su cartera.