París

Lo dejó por un momento solo, en su marcha solemne y rítmica en la plaza del museo del Louvre, al comienzo del ritual con el que Emmanuel Macron coronó su victoria ante la extrema derecha.

Esperó a que entrara en el trance de la celebración y se dirigiera a los miles de espectadores (jóvenes y viejos, de todos los colores de cabello), y mil 700 periodistas, que se habían dado cita la noche del domingo pasado para atestiguar la victoria del presidente más joven en la historia de Francia.

Una vez que se llenó de gloria, ante la pirámide esotérica de cristal del Louvre, hizo finalmente su aparición Brigitte Trogneux, esposa del líder del movimiento En Marcha.

Primero llevó hacia sus labios la mano derecha del nuevo mandatario, en una imagen que quedó labrada para la eternidad, para luego entonar a capela La Marsellesa.

La escena, meticulosamente diseñada, estaba finalizada. El mensaje había sido claro para los franceses: él será presidente y ella desempeñará el papel de la primera dama en el Elíseo.

Los franceses se caracterizan por ser una sociedad altamente politizada, desinteresada y respetuosos de la vida privada de la pareja presidencial. No es como en Inglaterra, en donde hay un mercado demandante de un “scoop” que viole la vida privada de las celebridades públicas.

El titular de la máxima jefatura del país, a su vez, suele seguir la tradición republicana de no mostrar su vida privada. Ante la sensibilidad gala, hay que evitar comparativos con los monarcas que reinan en Europa.

Sin embargo, con el sustituto del presidente François Hollande se ha roto el molde. No sólo los consumidores de la “presse people” quieren conocer mejor a este par, también existe curiosidad entre la audiencia de los medios más profesionales.

El interés responde a que no se trata de un dúo típico. Para comenzar, la edad. Emmanuel tiene 39 años; Brigitte 64; un margen casi similar al del inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, y la ex modelo Melania, unque menos acentuado que los años (casi 50) que separan al ex presidente italiano Silvio Berlusconi de su cón-
yuge, Francesca Pascale.

Sin embargo, como admitió Macron en febrero pasado durante una conversación con la periodista Anne Fulda, “esta singularidad no se destacaría si la diferencia de edad fuera al revés (…) la gente no puede reconocer algo sincero”.

Brigitte nació en 1953, en el seno de una familia de reconocidos chocolateros de la provincial Amiens.

Después de realizar sus estudios literarios en Lille y Estrasburgo, optó por la enseñanza del francés en su ciudad natal.

“Era encantadora, siempre alegre, muy amable. Mis dos hijas la tuvieron como maestra. Quedaron impresionadas”, recuerda su viejo colega Arnaud de Bretagne, entonces profesor de Historia y Geografía. Contrajo matrimonio con el director de la Banca francesa de Comercio Exterior, André-Louis Auzière, con el que tiene tres hijos; uno de ellos le hablaría después de Macron, el alumno estrella de la escuelas de jesuitas La Providence. Ella lo conoció finalmente en un taller de teatro. Él tenía 16 años, ella 39.

Creció la relación pese a la inconformidad de los padres de “Manu”, como llamaban los amigos a Emmanuel. Se enamoraron, se alejaron temporalmente y volvieron a reunirse en París. Finalmente ella se divorció de Auzière, y se casó con Macron en octubre de 2007. La diferencia de edad se volvió tema de café y motivo de especulaciones de muchos ansiosos por revelar este pasaje de sus vidas.

“Nuestra historia se explica por lo que es, no por la edad. Para mí, somos una pareja normal. No veo la excepción. Ha pasado mucho tiempo que estamos juntos”, ha afirmado Brigitte a la prensa francesa.

Macron no sólo encontró en ella la estabilidad que ofrece el ritmo de una familia —integrada por siete nietos de la profesora de francés a los que llama “mis nietos”, y que lo llaman “daddy”— , sino una mujer moderna y tradicional, clásica y vanguardista, como la describe el diario Le Figaro.

Pero la edad y el matrimonio no es lo único que llama la atención de los franceses, sino también su papel como pieza clave en la meteórica carrera del centrista al Elíseo.

Ella ha estado presente en todas las facetas de la vida profesional del primogénito de una pareja de médicos; cuando fue banquero y ministro de Economía, por lo que no desaparecerá de los reflectores ahora que él se convirtió en el jefe de Estado más joven en la historia de Francia.

Lo dejó claro durante la campaña, mostrándose en los mítines junto al candidato centrista, y lo recalcó durante la gran fiesta de victoria.

Está claro que Brigitte desempeñará el papel de primera dama, al que tendrán que acostumbrarse los franceses. Macron soñó con ser escritor y terminó siendo un presidente que vive una eufórica novela romántica que está por redactar sus páginas más destacadas.

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