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A una semana de la segunda vuelta de las presidenciales en Francia, las conversaciones entre amigos o compañeros de trabajo corren el riesgo de acabar en peleas verbales.
De los moderados espantados con la idea de una victoria de la candidata de la extrema derecha Marine Le Pen, a los abstencionistas furiosos de estar llamados a votar por el joven centrista Emmanuel Macron —al que no soportan—, los franceses, encolerizados, se atacan entre ellos.
“Las lenguas se sueltan, es horrible. El gran deporte que practico en el trabajo es evitar el tema de las elecciones. Las personas se revelan”, cuenta Anne. Esta votante, que solamente da su nombre de pila, se muestra hostil ante las ideas del Frente Nacional, el partido de Le Pen, aunque vive en el sur, una región conquistada por la extrema derecha.
Su hija Zoé, estudiante, empezó por borrar a 30 de sus amigos de Facebook. A continuación desactivó su cuenta, horrorizada de no ver más que votantes del FN o abstencionistas a su alrededor.
De acuerdo con sondeos, siete de cada 10 franceses están descontentos con el cartel para la segunda vuelta. “Sea quien sea el presidente, habrá un riesgo”, asestó Yves, un estudiante comunista de Rennes que rechaza tener que elegir el próximo 7 de mayo entre la extrema derecha y el socialismo liberal de Emmanuel Macron, un ex banquero de 39 años.
Si la clasificación sorpresa de Jean Marie Le Pen —padre de Marine y cofundador del FN— en la segunda vuelta de las presidenciales de 2002, suscitó un “frente republicano” y una unión casi unánime alrededor de su adversario Jacques Chirac, 15 años después el ambiente es diferente. “Hay una especie de demonización de Emmanuel Macron”, gente que rechaza especialmente su pasado como banquero de negocios, “mientras que en 2002 esto se produjo en contra de Jean Marie Le Pen”, señaló el historiador Jean Garrigues.
“Existe una oposición entre dos mundos —grandes ciudades contra la periferia—, con personas que no se comprenden porque no tienen la misma experiencia vital”, apuntó Arnaud Mercier, especialista en redes sociales.
Antoine Bulard, estudiante de derecho de 20 años, reconoce que no podrá votar por Macron, pese a que muchos amigos le han dicho que “sea responsable” y que impida la elección de Le Pen. Por lo pronto, ha decidido votar en blanco.