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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, consiguió ayer uno de los mayores triunfos de su corto mandato al devolver a los conservadores la hegemonía del Tribunal Supremo, una victoria política que permitirá al magnate tomar aire y olvidar por un momento las polémicas que le rodean.
“Este es, por mucho, uno de los mayores logros de la presidencia de Trump. No ha conseguido aún la aprobación de ninguna ley y sus acciones ejecutivas de mayor perfil están bloqueadas por las cortes. Esta es una victoria clara y significativa”, dijo a EFE Ilya Shapiro, analista que trabaja para el Instituto Cato, un centro de estudios de ideología ultraliberal.
La confirmación de Neil Gorsuch como nuevo juez del Tribunal Supremo también supone un triunfo para el líder de la mayoría republicana del Senado, Mitch McConnell, quien el jueves cambió las normas de la cámara para poder confirmar al magistrado mediante la opción nuclear, esto es, por mayoría simple, en vez de por la mayoría de tres quintas partes (60 de los 100 senadores). Gorsuch fue elegido por 54 votos contra 45 y será juramentado la próxima semana. Ocupará la vacante que surgió el año pasado con la muerte de Antonin Scalia.
Los demócratas habían advertido que pensaban utilizar el método del filibusterismo, que consiste en hacer discursos interminables, para bloquear la votación. La brecha entre los dos partidos a la hora de confirmar a Gorsuch empaña la victoria de Trump, según dijo a EFE Anil Kalhan, profesor de Derecho de la Universidad de Universidad Drexel, en Filadelfia.
“Siempre debe entenderse como una victoria política que un presidente consiga que su nominado llegue al Tribunal Supremo y sea confirmado. Pero esta vez debe de ser entendido como una victoria bastante fea que podría tener también consecuencias negativas para él”, apuntó Kalhan.
Al cambiar las reglas del Senado, los republicanos también corren ahora el riesgo de que la oposición demócrata pueda confirmar a sus nominados para el alto tribunal por mayoría simple y sin tener que buscar a candidatos moderados que puedan recibir un apoyo bipartidista.
No obstante, según los expertos, Trump goza actualmente de una inusual posición de poder sobre el Tribunal Supremo, ya que además de Gorsuch, podría nombrar el relevo de algunos de los ancianos magistrados del tribunal. En estos momentos, tres jueces del Tribunal Supremo superan ya la barrera de los 78 años, la edad media con la que los magistrados han colgado la toga desde 1960. Los tres jueces con mayor probabilidad de dejar su cargo son el conservador Anthony Kennedy (80 años) y los progresistas Stephen Breyer (78), y Ruth Bader Ginsburg (84), quien hace casi un año protagonizó una polémica al llamar “farsante” a Trump, aunque luego se retractó.
En Estados Unidos, la Corte Suprema es muy importante a nivel político y muchas veces tiene la última palabra en disputas sobre leyes o disposiciones decisivas. También en grandes temas en los que existe una gran división social en Estados Unidos, como el aborto, la inmigración o la posesión de armas.
La victoria de Trump se produjo en un momento clave, tras el fracaso en eliminar la reforma sanitaria de Barack Obama. “Ha habido muy pocos momentos de buenas noticias para este gobierno y, cuando han ocurrido, han tendido a ser fugaces, ya que invariablemente quedan enterradas por las demás controversias que rodean a esta presidencia”, opinó el profesor Kalhan.