Los senadores republicanos se vieron ayer obligados a invocar la “opción nuclear” y cambiar las reglas del Senado para asegurar que hoy Neil Gorsuch, el juez conservador elegido por el presidente Donald Trump para ocupar la vacante que hay desde hace más de un año en el Tribunal Supremo de Estados Unidos pueda ser ratificado en el cargo al que aspira.

Los republicanos fueron incapaces de recolectar los 60 votos necesarios para Gorsuch. Los demócratas tenían la cifra y la determinación suficiente para impedir su confirmación y bloquearle.

En respuesta, tal y como había amenazado, el líder de la mayoría republicana, Mitch McConnell, apostó por un cambio de reglas en el Senado y, aprovechándose de la mayoría de los republicanos en la Cámara Alta, eliminó la normativa vigente y modificó el funcionamiento de las nominaciones para el futuro.

Hasta ahora, los elegidos para vacantes al Tribunal Supremo eran los únicos que necesitaban 60 apoyos para su confirmación, tras un cambio de normativa en 2013 impulsado por los demócratas por el bloqueo a posiciones de gabinete del segundo mandato del ex presidente, Barack Obama.

El enroque de los demócratas con Gorsuch venía de lejos, todavía enojados por las nula opción que se le dio al elegido para esa misma vacante por Obama. Merrick Garland, un juez moderado, ni siquiera vivió una audiencia en el Senado con la excusa de estar en medio del periodo electoral y con un presidente abandonando la Casa Blanca. Durante el escrutinio de Gorsuch salió a la luz su posición muy conservadora, lo que para los demócratas era un peligro por el desequilibrio ideológico en favor del conservadurismo que se mantendrá en el Supremo tras su confirmación, con el agravante que se trata de un cargo vitalicio. La juventud del que será nuevo inquilino del Alto Tribunal —49 años— augura una tendencia conservadora de esta Corte por algunas décadas.

Gorsuch es firme defensor de la pena de muerte y opuesto a la eutanasia. Además, entiende la ley conforme a la corriente del “originalismo”, una doctrina judicial según la cual la Constitución debe interpretarse como lo harían sus autores del siglo XVIII y no conforme a los cambios de la sociedad actual.

En la primera votación, Gorsuch únicamente consiguió 55 de los 60 votos que necesitaba, un golpe a una figura que los republicanos presentaban con un expediente impoluto e impecable. Era el primer candidato al Supremo de los últimos 16 que no conseguía los apoyos necesarios.

De haberse mantenido la normativa vigente, habría significado una nueva derrota para Donald Trump. Para evitarlo, McConnell decidió hacer volar por los aires la normativa del Senado (de ahí el coloquialismo de la “opción nuclear”) y reventar las reglas de funcionamiento del sistema legislativo.

“El que hable de eso [cambiar las reglas] es un idiota estúpido”, había dicho el senador republicano John McCain, quien finalmente, en el plenario, votó a favor de la modificación. “Cuando un nominado no consigue los 60 votos no se deberían cambiar las reglas. Se debería cambiar el nominado”, tuiteó el líder de la minoría demócrata, el senador Chuck Schumer, quien más tarde en la sesión de la Cámara consideró que la acción de los republicanos “tendrá consecuencias enormes de las que algún día nos vamos a arrepentir”.

“La respuesta no es deshacer las barreras de seguridad, las reglas, sino volver al centro y conseguir un candidato más convencional”, declaró.

La presidenta del Comité Nacional Republicano, Ronna McDaniel, respondió que “los estadounidenses han tenido suficiente de la hipocresía y el obstruccionismo demócrata”.

La decisión de McConnell no sólo demuestra la polarización de Estados Unidos y la enorme distancia entre demócratas y republicanos, sino que también acaba de un plumazo con la tradición de consenso y trabajo bipartidista del Senado.

A partir de ahora, sólo tener la mayoría en la Cámara garantizará el éxito de cualquier elegido para un alto cargo del órgano ejecutivo y judicial, lo que puede provocar nominaciones mucho más marcadas por la ideología que por el bien público. El cambio de normativa conlleva que esta tarde se pueda repetir la votación y, para que sea exitosa, sólo sea necesario que todos los republicanos voten en bloque. Cuando se confirme, y Gorsuch sea el nuevo juez del Supremo, Trump podrá cantar la primera gran victoria de su mandato.

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