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El presidente estadounidense, Donald Trump, y el mandatario chino, Xi Jinping, se encontraron este jueves en Mar-a-Lago, la lujosa residencia del magnate inmobiliario en Florida, donde celebrarán una "cumbre informal" dominada por la cuestión norcoreana.
Trump y su esposa Melania recibieron a Xi y su mujer, la ex cantante Peng Liyuan, en un su gran mansión construida frente al Atlántico.
Los cuatro tienen previsto participar, junto a una treintena de invitados, en una cena de gala durante la que se servirán vinos de California.
La agenda de la cumbre de 24 horas es deliberadamente abierta, con la idea de dejar a ambos líderes cierta libertad de movimientos.
El conflicto sirio puede sumarse a último momento a los temas de discusión, después de que Estados Unidos anunciara el jueves que se plantea responder militarmente al presunto ataque químico perpetrado, en su opinión, por el régimen de Bashar al Asad.
Xi, que fue recibido en el aeropuerto de Palm Beach por el jefe de la diplomacia estadounidense Rex Tillerson, se ha mostrado hasta ahora prudente frente a las declaraciones del mandatario estadounidense.
Horas antes de viajar a Florida, Trump declaró al canal Fox que su país no ha sido tratado de forma equitativa por China en materia comercial.
El magnate inmobiliario también acusó a China de debilidad en su respuesta a la amenaza nuclear que representa Corea del Norte y de "manipular" el yuan, la moneda nacional.
Trump tendrá la oportunidad de dar muestras de hacia dónde quiere llevar la relación chino-estadounidense, ya que hasta ahora su posicionamiento diplomático ha sido impreciso.
El primer tema espinoso que ambos líderes debatirán es el de Corea del Norte, que volvió a desafiar a Estados Unidos y a la comunidad internacional el miércoles lanzando su quinto misil en lo que va de año.
Unas horas antes de recibir a Xi, Trump aseguró en una conversación telefónica al primer ministro japonés, Shinzo Abe, que Estados Unidos "continuará reforzando su capacidad militar" frente a "la seria amenaza que sigue representando Corea del Norte".
Desde hace varias semanas, Washington exhorta a Pekín a presionar a su aliado Pyongyang, a quien ofrece un colchón diplomático en Naciones Unidas.
Trump dejó caer la amenaza de una intervención militar unilateral en una entrevista publicada el domingo por el Financial Times, apuntando que está preparado para "solucionar" solo el problema norcoreano si China duda demasiado tiempo.
Pyongyang, que está intentando desarrollar misiles balísticos intercontinentales que podrían alcanzar territorio estadounidense, aseguró el jueves que responderá de forma "implacable" a "la menor provocación" de Washington.
Según fuentes diplomáticas chinas, Xi podría ofrecer a Trump reforzar el control de los bancos chinos que trabajan con el régimen de Kim Jong-un. El mandatario chino ya ha paralizado las importaciones de carbón norcoreano, de acuerdo a las sanciones de la ONU.
A cambio, podría pedir al líder estadounidense que renuncie a un importante contrato armamentístico con Taiwán, la isla que Pekín considera como una provincia que debe ser reunificada.
Otro tema candente que debería estar en la agenda de las conversaciones es el comercio.
Trump quiere abordar el déficit de Estados Unidos con China, que se elevó a 350.000 millones de dólares en 2016.
La Casa Blanca ha prometido hablar de forma franca sobre esta cuestión, para "reducir las barreras a la inversión y a los intercambios creados por los chinos", explicó una fuente gubernamental.
China impone un arancel del 25% a las importaciones de vehículos, limita las importaciones de muchos productos agrícolas y cierra el importante sector de servicios a las inversiones extranjeras.
En este contexto, es difícil predecir hacia dónde irán las conversaciones.
Trump recibió hace unas semanas al primer ministro japonés, Shinzo Abe, en Mar-a-Lago. Aquel encuentro también estuvo marcado por un lanzamiento de misil balístico norcoreano, que convirtió la cena en una reunión de crisis.
"Es la primera vez que los presidentes (estadounidense y chino) se reunirán" para intentar acercar sus puntos de vista, reiteró Thornton. "Pero no será la última" vez, avanzó.
ae