Los franceses, unos 46 millones, están llamados hoy y el 7 de mayo a las urnas para elegir al sucesor de François Hollande como presidente de Francia. Los comicios se desarrollarán en un ambiente de gran suspenso: por primera vez cuatro de los candidatos que se juegan la primera vuelta de las elecciones francesas tienen probabilidades de conquistar el Palacio del Elíseo.

Las elecciones más cerradas en la historia de la República son cruciales para Europa, ya que el voto francés definirá el futuro del proyecto de construcción europea. Dos de los cuatro candidatos que pelean coronarse como nuevo presidente se oponen al vigente modelo de cooperación europea.

“Realmente nadie sabe quién va a ganar, cerraron todos muy apretados y sin un claro vencedor”, dice a EL UNIVERSAL Gaspard Estrada, politólogo de la Universidad de Sciences Po de París.

“Si la lógica está con la estadística [la segunda vuelta] sería [el centrista Emmanuel] Macron contra [la ultraderchista Marine] Le Pen, pero hemos visto en muchas elecciones que hay ganadores de encuestas y perdedores de elecciones, de allí que estemos ante un escenario sumamente incierto”.

El desenlace es aún más impredecible luego de que el “factor miedo” se hiciera presente en las elecciones tras el ataque terrorista registrado el jueves pasado en la calle más famosa de Francia, Campos Elíseos, con saldo de un policía muerto y dos heridos. El agresor fue abatido.

A pesar de que la nación vive en alerta desde enero de 2015, cuando inició la ola del terrorismo con el asalto al semanario satírico Charlie Hebdo, la seguridad y el radicalismo no habían figurado entre los temas estrella. La accidentada contienda estuvo dominada por escándalos con la justicia, el desempleo y la caída del poder de compra. El dramático evento en París colocó el terrorismo como un elemento que podría influir en el voto de los indecisos, en una jornada en la que serán desplegados 50 mil policías y miembros de la gendarmería.

Durante meses los sondeos ubicaron como virtuales finalistas de la segunda ronda a Macron y a Le Pen, dos protagonistas de la contienda electoral instalados en polos opuestos de la política francesa. De acuerdo con la última encuesta publicada por BVA cuentan con 24% y 23% de las preferencias electorales, respectivamente.

Le Pen, presidenta del Frente Nacional, un partido fundado en 1972 por nostálgicos del régimen de Vichy, colaborador de la Alemania nazi, afirma que estos comicios son un “referéndum a favor o contra Francia”. Si llega a la presidencia convocará un referéndum sobre la permanencia de su país en la Unión Europea (UE) en un plazo no mayor a los seis meses, al tiempo que pondrá fin a la membresía en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Macron, antiguo ministro de Economía del presidente Hollande y fundador del movimiento “En Marcha”, tiene el valor de ser europeísta en tiempos de bonanza para el populismo y el nacionalismo. Apuesta por una Europa más solidaria y unida, así como por un eje franco-alemán ambicioso y capaz de reestablecer la confianza en el proyecto de integración europea.

Sin embargo, el título de ambos de favoritos se fue erosionando conforme sus rivales fueron despuntando, particularmente durante la última quincena, algo inédito en una contienda electoral e impensable hace algunas semanas.

El margen de error de las encuestas ubica a “los punteros” en la mira de sus opositores, Jean-Luc Mélenchon, cabeza del movimiento Francia Insumisa, y François Fillon, del Partido Republicano; ambos están empatados en tercer lugar, con 19%.

Asediado por escándalos de presunta corrupción y una vida de lujos que contrasta con la austeridad fiscal impuesta al pueblo francés, Fillon, quien se hundía en las encuestas y sufrió una fuga entre sus filas, ha logrado mantenerse en la pelea gracias al apoyo del sector más fiel de su partido (50% de ellos tiene más de 65 años).

Mélenchon, quien no rehúye a los referentes de la izquierda populista latinoamericana de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil y el ya fallecido Hugo Chávez en Venezuela, llega al “Día D” como protagonista de una remontada remarcable y siendo el candidato que cierra con mayor impulso. Con su programa de “revolución ciudadana”, que incluye la revisión de los tratados europeos y revivir el generoso Estado de bienestar galo, el candidato de la izquierda alternativa pisa los talones de sus opositores confiado en que pasará a la segunda vuelta y llegará a la presidencia para cambiar a Francia y Europa; afirma que pondrá fin a la “Europa de Alemania”.

“Hasta hoy la vida política francesa estaba estructurada en una bipolaridad, entre los partidos Socialista y Republicano... lo más importante de esta elección es que es posible que lleguemos a una segunda vuelta en la que ninguno de los dos esté presente”, asegura Gaspard. “Se abre un nuevo escenario en torno al Frente Nacional, al partido de Macron y al de Mélenchon, y eso tendrá serias consecuencias en el futuro de la escena política francesa”.

“Pero esta elección no sólo es histórica por esta posible recomposición política en Francia, sino por las consecuencias que va a tener en las relaciones internacionales [de triunfar alguno de los contendientes de extrema izquierda o derecha]”, añade.

En entrevista con este diario, James Shields, profesor de política francesa de la Universidad de Aston, explica que tras cinco años bajo la dirección de un presidente socialista altamente impopular, que ha sido incapaz de reactivar el crecimiento económico y responder a un desempleo que llega a 10%, estas elecciones se presentaban en “bandeja de plata” para el candidato republicano.

Sin embargo, escándalos como el revelado por el semanario satírico Le Canard enchaîné, de que su esposa Penelope habría cobrado durante años como colaboradora suya, y por otros empleos presuntamente ficticios, abrieron la puerta a Macron, quien logró posicionarse como el hombre nuevo y progresista que requiere Francia para modernizarse, así como a los dos candidatos más radicales.

Le Pen y Mélenchon fueron dos actores principales en la última contienda electoral en 2012, cuando terminaron tercero y cuarto, sumando conjuntamente 28% de los votos, y “son más fuertes en 2017 porque ha crecido el descontento, la indignación y el enojo entre los electores después ver cómo se han perdido cinco años con Hollande”.

“Nunca antes en la historia de la Quinta República habíamos confrontado la posibilidad de que las dos principales fuerzas políticas de centro-derecha y centro-izquierda, que han gobernado Francia durante décadas, no estén presentes en la segunda vuelta”, sostiene Shields.

“Esto sería una prueba concluyente de que la vieja bipolarización del orden político en Francia está en descomposición y que en su lugar está tomando forma un nuevo orden político, mucho más complejo y desordenado”, añade.

El experto asegura que será determinante el voto de los indecisos —un tercio del electorado— y el nivel de participación. Algunos sondeos estiman que la abstención podría alcanzar niveles de 35%, índice extremadamente elevado para estándares franceses. “Los indecisos serán los que decidirán esta elección, ya sea que confirmen el orden esperado, Macron y Le Pen, o provoquen la sorpresa”, sostiene el catedrático.

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