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La Defensa Civil Siria aseguró ayer que ha recuperado más de 100 cadáveres del lugar donde se produjo la explosión de un coche-bomba a las afueras de la ciudad de Aleppo (norte), en el que se encontraban unos 5 mil evacuados de los pueblos chiítas de Fua y Kefraya.
La explosión ocurrió en una terminal de autobuses en el área de Al-Rashideen en la que miles de simpatizantes del gobierno evacuados un día antes aguardaron impacientemente durante horas, al tiempo que los combatientes de la oposición vigilaban el área mientras los negociadores discutían sobre cómo llevar a buen fin el acuerdo de traslados entre el régimen sirio y la oposición. El Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) cifró anteriormente en 43 los muertos.
Los autobuses, donde ya había muchas personas, estallaron con la deflagración. La agencia de noticias oficial siria, SANA, destacó que la mayoría de las víctimas eran niños y mujeres. Según el corresponsal de la agencia en Aleppo, el coche-bomba se introdujo en la zona con el pretexto de entregar ayuda humanitaria.
Los habitantes de Fua y Kefraya, así como otro grupo de más de 2 mil procedente de la población bajo control rebelde de Madaya, fueron evacuados en virtud de un pacto alcanzado en marzo entre el grupo chiíta libanés Hezbolá e Irán, aliados de Damasco, y la facción siria Ejército de la Conquista, auspiciado por Qatar.
Por el momento, ningún grupo ha reivindicado el ataque, cuyo objetivo pudieron ser los evacuados chiítas, pero también podrían haber sido los insurgentes que los custodiaban en Al-Rashideen.
El grupo Liberación del Levante (ex filial siria de Al-Qaeda) difundió a través de su cuenta de Telegram información y fotografías de la explosión, y responsabilizó de la misma al grupo chiíta Hezbolá.
La televisión estatal siria atribuyó a los “grupos terroristas” — término utilizado por el régimen para designar a rebeldes y yihadistas— la responsabilidad de este ataque.
La oposición siria condenó lo ocurrido como un “crimen odioso”. El grupo rebelde Ahrar al Sham dijo que “nuestro papel era garantizar la seguridad de los civiles, no matarlos”.
Poco después de esta matanza, el proceso de evacuación pudo sin embargo reanudarse, precisó el OSDH. El viernes habían sido evacuadas 7 mil personas. Agencias