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El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, confirmó ayer la guerra civil en el seno del Partido Republicano, al amenazar a los ultraconservadores de represalias si no se ajustan a su agenda política.
A primera hora de la mañana, Trump lanzó su primera bomba vía Twitter. “El Freedom Caucus dañará toda la agenda republicana si no se unen al equipo, y rápido”, afirmó el presidente. Tras el aviso llegó la amenaza: “Tenemos que combatirlos, al igual que los demócratas, en 2018”, instó el presidente, poniendo las elecciones legislativas de ese año como objetivo. El caucus, que provocó la hecatombe de la reforma sanitaria de Trump (Trumpcare) hace una semana, se ha convertido así en piñata del mandatario.
Trump está dispuesto a sacar su arsenal populista en contra de los congresistas que le impidieron derogar la reforma sanitaria de Barack Obama (Obamacare). Es sin embargo paradójico que el presidente que hizo campaña atacando al establishment del partido ahora se alinee con él para atacar a aquellos que se definen por ser lo opuesto al poder que llega de Washington.
Las similitudes de Trump con este grupo de ultraconservadores son múltiples, o al menos así lo ven desde el Freedom Caucus. “[Trump] se presentó con las mismas premisas que todos nosotros: secar la ciénaga [acabar con la maquinaria de Wa-
shington]; derogar Obamacare”, recordó el congresista Dave Brat.
La treintena de integrantes del grupo ultraconservador, además, fueron de los primeros en subirse al “tren Trump” en las elecciones. Ahora, con el magnate en la Casa Blanca, han cambiado las tornas, con un presidente que se congracia con el liderazgo clásico del partido.
El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Paul Ryan, otro de los grandes afectados políticamente por la derrota del plan de salud, defendió a Trump. “Es totalmente entendible que el presidente esté frustrado”, dijo.
“No podemos permitir que una treintena de personas secuestren todo el republicanismo”, dijo el también republicano Peter King, cercano al liderazgo clásico del partido.
“Si [los congresistas] Mark Meadows, Jim Jordan y Raul Labrador se suben a bordo podríamos tener un buen sistema de salud y una reforma y recorte fiscal enorme”, tuiteó Trump a última hora de la tarde, instando a los líderes del Freedom Caucus a decidir “de qué parte” están.
No está claro que la amenaza tenga mucho efecto, ya que la treintena de integrantes del Freedom Caucus tienen niveles de apoyo muy amplios en su distrito y será muy difícil, incluso para el presidente, destrozar la popularidad de estos congresistas entre su electorado. Estos ultraconservadores, nacidos del movimiento Tea Party, cuentan con el aval de haber sacudido al Partido Republicano desde hace poco menos de una década, obligándolo a virar hacia posiciones de extrema derecha e incluso forzando la dimisión de varios cargos, como el ex presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner.
El liderazgo republicano clásico teme que Trump trate de seducir a congresistas demócratas para anotarse victorias legislativas a base de moderar y liberalizar sus posiciones. “Me preocupa que estemos empujando al presidente a trabajar con los demócratas. Y ya lo ha estado sugiriendo”, señaló Ryan.