El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aprobó ayer conceder a la empresa TransCanada un permiso para construir el polémico oleoducto Keystone XL, un proyecto que había sido bloqueado por el gobierno de Barack Obama y al que se oponen grupos ecologistas pero que según el mandatario, creará empleo en el país.

“Hoy es un gran día para los empleos de los estadounidenses, es un momento histórico para América del Norte y para lograr una mayor independencia energética”, dijo Trump en una comparecencia en el Despacho Oval junto a miembros de su gobierno y el presidente de TransCanada, Russ Girling.

El mandatario aseguró que éste “es el primero de muchos proyectos de infraestructuras que traerán de vuelta a Estados Unidos millones de empleos y que, de manera directa, priorizarán el crecimiento económico del país por encima de consideraciones sobre daños medioambientales.

“TransCanada finalmente podrá completar con rapidez y eficiencia este proyecto que ha sido muy retrasado”, dijo Trump en referencia a la decisión del gobierno de Obama. El presidente de TransCanada, Russ Girling, agradeció al magnate la aprobación de los permisos y prometió: “No vamos a decepcionarlo”.

El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, también se declaró “muy feliz” por la decisión y enfatizó el deseo de Canadá de ser socio de Washington para ayudarle a asegurar sus provisiones energéticas.

Con su breve comparecencia, Trump hizo oficial la aprobación que dio ayer el Departamento de Estado al proyecto de construcción del oleoducto Keystone XL, que transportaría unos 830 mil barriles diarios de crudo desde Canadá a distintos lugares de EU.

Para dar su aprobación, el Departamento de Estado tuvo en cuenta los “intereses nacionales” de EU y consideró diferentes factores, dijo el portavoz de la diplomacia estadounidense, Mark Toner.

Sin embargo, en 2015, bajo el gobierno de Obama, se prohibió la construcción del oleoducto por su impacto climático.

En respuesta, grupos ecologistas prometieron que seguirán oponiéndose al oleoducto y amenazaron con protestas. Greenpeace consideró que esto muestra “al mundo que el gobierno estadounidense da marcha atrás en temas sobre el clima y la energía”.

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