El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lanzó ayer un ultimátum a sus correligionarios republicanos: hoy debe haber votación sobre su plan de salud, y votar en contra significará quedarse con el defenestrado Obamacare.
Trump no está dispuesto a quedar en ridículo en la cámara legislativa sobre un asunto que fue promesa crucial de su campaña, como la reforma sanitaria, y decidió presionar a los congresistas que lo ponen en jaque.
Horas antes, el liderazgo del Partido Republicano decidió aplazar la votación en la Cámara de Representantes sobre la ley con la que se pretende derogar y reemplazar el plan sanitario del ex presidente Barack Obama.
El presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, fue incapaz de conseguir que el sector ultraconservador del partido se uniera al texto presentado por la Casa Blanca. Consciente de que no tenía los votos necesarios para triunfar, tomó la decisión que simboliza la primera gran derrota legislativa de la administración Trump.
A última hora de la tarde, Ryan trató de conciliar posiciones y asegurar la victoria en un cónclave de congresistas republicanos en el que el director de presupuesto de la Casa Blanca, Mick Mulvaney, habría advertido que Trump se cansó de negociar y que era hora de votar. Y que un voto negativo significaría abandonar la reforma y mantener Obamacare.
Del cónclave no salió ninguna conclusión pública, ni la certeza de que se conseguirán los votos necesarios para salir airosos de la votación.
Que la pelea iba a ser dura lo sabían todos, ya que llegaban a ayer sin los votos consolidados. Trump y Ryan habían decidido que ayer era la fecha ideal para iniciar el desarme de Obamacare, justo cuando se cumplían siete años de su entrada en vigor. Por eso presionaron al máximo para conseguir seducir a los integrantes del House Freedom Caucus, el grupo de republicanos ultraconservadores, para que se unieran a la causa.
“Hemos progresado”, dijo a los periodistas Mark Meadows, líder de este grupo, en medio de carreras en los pasillos y reuniones de última hora para tratar de superar los obstáculos.
Las ofertas de cambios en el texto no los convencieron. “Estamos tratando de llegar a un ‘sí’. Hemos hecho peticiones muy razonables y esperamos que sean escuchadas y finalmente acordadas”, insistió.
Ryan, viéndose incapaz de cambiar la situación, decidió aplazar la votación para seguir negociando.
Las estimaciones sobre la nueva versión no alteran el número de personas que se quedarán sin seguro médico (24 millones en la próxima década), y reducirá menos de lo previsto el déficit.
A pesar de controlar con gran mayoría la Cámara de Representantes, cerca de 40 republicanos han anunciado que votarán “no” al texto si no se le introducen cambios. Para sacar la ley adelante y pasarla al Senado sólo se pueden permitir 22 deserciones.
“Han cometido un error de principiantes”, se rió la líder de la minoría demócrata, Nancy Pelosi.
Por la mañana, incluso el ex presidente Barack Obama salió a rechazar la propuesta de los republicanos y defender su plan de salud. “EU es más fuerte gracias a la Ley de Salud Asequible”, indicó en un comunicado, refiriéndose al texto más conocido por Obamacare y que ha permitido dar cobertura sanitaria a 20 millones de personas. “Cualquier cambio tiene que hacer nuestro sistema de salud mejor, no peor para los estadounidenses”, añadió.
La Casa Blanca quitó importancia al hecho de que se pospusiera la votación. “Sentimos que teníamos que hacerlo [votar] a la luz del día, no a altas horas de la noche. Confiamos en que la ley pasará por la mañana”, dijeron, tratando de maquillar la realidad.
Sin embargo, a última de hora de ayer, ya sin máscaras, Trump se hartó, dio un golpe sobre la mesa y decidió que ya no más. Hoy se votará la propuesta y quedará en evidencia quién está de su lado y quién no. “Si la ley no pasa habrá consecuencias políticas”, ya advirtió el magnate.