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El líder demócrata del Senado, Chuck Schumer, amenazó ayer con utilizar la estrategia del filibusterismo para evitar la confirmación de Neil Gorsuch como nuevo juez del Tribunal Supremo de Estados Unidos. El demócrata esperó hasta ayer, al final de la sesión de escrutinio de cuatro días a la que se tuvo que someter antes de ser considerado para la ratificación de la nominación, para anunciar algo que era un secreto a voces.
Para que un candidato al Tribunal Supremo sea aprobado debe conseguir que 60 del centenar de senadores le dé su voto afirmativo. Los republicanos tienen 52; el bloqueo demócrata podría retrasar la confirmación y obligar a los republicanos a buscar algún plan para avanzar.
“Si este nominado no puede conseguir 60 votos, la respuesta no es cambiar las reglas. Es cambiar el nominado”, argumentó Schumer, ante la posibilidad, señalada por el Partido Republicano y la Casa Blanca, de que apuesten por la “opción nuclear”: cambiar las reglas para hacer que con una mayoría simple la nominación salga adelante. La idea es aprobar a Gorsuch el 3 de abril, antes del receso por Semana Santa.
La amenaza del senador demócrata es la última de las demostraciones de la división partidista que vive el Congreso. Especialmente tensa es en el caso del Supremo, ya que todavía escuece que los republicanos se negaran durante un año a tomar siquiera en consideración al elegido por Obama, Merrick Galarnd, para llenar la vacante que todavía hay.
Sin embargo, la cercanía de las elecciones legislativas que renovarán un tercio del Senado en 2018 hacen que muchos de los demócratas que tienen en juego su asiento y son de distritos ganados por Trump en las presidenciales piensen seriamente saltarse la disciplina de partido y votar por Gorsuch como señal de cooperación y cercanía a la nueva aproximación de sus votantes. Si ocho deciden cambiar de bando, la ratificación del nominado por Trump será un hecho.