Los inmigrantes en Estados Unidos cometen menos crímenes y tienen menos probabilidades de estar encarcelados que los ciudadanos estadounidenses, de acuerdo con dos estudios publicados esta semana, los cuales contradicen las declaraciones del presidente Donald Trump, quien los ha retratado como delincuentes y ha prometido deportarlos.
“Los inmigrantes — independiente de su estatus legal en EU— no tienen mayores tasas de criminalidad que los ciudadanos nacidos aquí”, señala el informe de The Sentencing Project, un grupo activista que realiza estudios sobre justicia criminal.
“Los residentes nacidos en el extranjero cometen crímenes con menor frecuencia que los ciudadanos estadounidenses”, añade el estudio.
The Sentencing Project va más allá e indica que “altos niveles de inmigración pueden haber contribuido al descenso histórico en las tasas de criminalidad”, ya que “los inmigrantes ayudan a bajar la tasa de criminalidad en sus comunidades debido a sus fuertes lazos familiares, su participación política, su orientación al sistema judicial y su impacto económico”.
Otro estudio, realizado por el think tank o laboratorio de ideas Cato Institute y publicado esta semana, señala que “los inmigrantes tienen menos probabilidades de estar encarcelados que los nativos, en relación con su porcentaje de población”.
“Incluso los inmigrantes ilegales tienen menos probabilidades de estar encarcelados que los nativos estadounidenses”, destacan los expertos Michelangelo Landgrave y Alex Nowrasteh del Cato Institute en su informe.
El estudio precisa que en las prisiones de EU había en 2014 unos 2 millones de estadounidenses encarcelados, 123 mil indocumentados y 64 mil inmigrantes legales.
El porcentaje de encarcelación era de 1.53% para los nativos, 0.85% para los indocumentados y 0.47% para los inmigrantes con papeles en regla.
Según este segundo estudio, los indocumentados tienen 44% menos de probabilidades de estar encarcelados que los estadounidenses, mientras que esa posibilidad es 69% menor para los inmigrantes legales.
Trump lanzó en junio de 2015 su campaña electoral con un discurso racista plagado de insultos a los indocumentados mexicanos, a los que calificó de violadores y narcotraficantes. Además, los acusó de quitar el trabajo a los estadounidenses y ser la fuente del aumento de la delincuencia en Estados Unidos.
Tras llegar a la Casa Blanca, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) anunció nuevas directrices que abren la puerta a deportaciones masivas de inmigrantes indocumentados. El presidente prometió que los criminales indocumentados serán regresados rápidamente a su nación.
Trump también anunció la creación de una oficina para las víctimas estadounidenses de crímenes cometidos por inmigrantes indocumentados, que se llamará Voice (Voz).