La Unión Europea ha abierto el que apunta como uno de los grandes debates de las próximas décadas: cómo legislar las relaciones entre robots y seres humanos.
¿Pagarán multas de tráfico los coches inteligentes? ¿Qué ocurrirá con los millones de personas que sean sustituidas en el trabajo por un robot? ¿Las máquinas sostendrán nuestras pensiones abonando impuestos? ¿Las guerras se librarán entre robots? ¿Cómo regular la investigación sobre robótica para no entorpecerla, pero sin que vaya demasiado deprisa para los intereses de los humanos?
Hace poco, estas cuestiones eran ciencia ficción, pero ante la evidencia de que las máquinas inteligentes cada día influirán más en la vida de los hombres, una comisión del Parlamento Europeo elaboró durante dos años un informe para responderlas. Sus conclusiones fueron aprobadas hace unos días por el Parlamento, con 396 votos a favor, 123 en contra y 85 abstenciones, y ahora corresponde a la Comisión elaborar una ley al respecto. La Unión Europea se convierte así en la primera institución en proponer una regulación general sobre robots.
La principal preocupación de los europarlamentarios son los efectos de la robótica en el mundo laboral. Según sus cálculos, ya hay 1.7 millones de robots en el mundo, con un incremento anual en las ventas de 29%. Las revoluciones industriales anteriores destruyeron muchas formas de trabajo, pero generaron otras nuevas. No está claro si ese principio se cumplirá esta vez o el mundo se convertirá en una gran fábrica de desempleados.
“Los robots, bots, androides y otras manifestaciones de la inteligencia artificial desencadenarán una nueva revolución industrial que no dejará ningún estrato de la sociedad intacto. Por ello, es vital para los legisladores considerar estas implicaciones”, plantea el informe, firmado por el Comité de Asuntos Legales del parlamento.
Durante dos días en el debate parlamentario expusieron sus opiniones científicos, empresarios, académicos y líderes de sindicatos.
El informe propuso como prioridad regular varios temas: la responsabilidad civil y legal de los robots (especialmente los coches autónomos), la creación de una agencia europea que se ocupe de la regulación, la privacidad de los datos que almacenan las máquinas inteligentes, la inclusión de un código ético y la posibilidad de establecer un impuesto para las empresas por usar robots en vez de trabajadores de carne y hueso.
El debate no está sólo en Europa. Bill Gates, fundador de Microsoft, planteó hace unos días en la revista Quartz que los robots deben tributar. La eurodiputada socialista Mady Delvaux, coordinadora del informe europeo, avaló esta posibilidad: “Si hay falta de empleo, igual tenemos que poner un impuesto. ¿Qué ocurre si se materializan las peores hipótesis? También necesitaríamos un salario básico, mínimo para las personas”, dijo en el debate.
Ni la industria ni los grupos de derecha comparten esa idea. La eurodiputada liberal Dita Charanzová explicó: “Para Europa tiene más riesgo la mano de obra barata en China que los robots. Nosotros lo vemos con optimismo. Los robots nos dan valor añadido e incluso servirán para recuperar industrias que se marcharon a otros continentes. Con la robótica podríamos incluso reindustrializar nuestros países. No comparto la visión catastrofista del informe”.
Finalmente, las enmiendas del Partido Popular Europeo y el bloque liberal dejaron las recomendaciones sobre una renta mínima universal fuera del informe que estudiará la Comisión. Sin embargo, esta discusión se plantea como uno de los futuros ejes de la pugna política europea.
La Comisión deberá por lo pronto centrarse en temas de seguridad (prohibición de armas autónomas y responsabilidades de coches autónomos), en regular la investigación y en mejorar la educación para que los trabajadores del futuro sepan relacionarse con robots.