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Al menos 42 personas murieron ayer durante un ataque aéreo que alcanzó una mezquita en las inmediaciones de la ciudad de Aleppo.
La mayoría de las víctimas eran civiles, de acuerdo con el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos.
El organismo precisó que decenas de personas resultaron heridas y muchas de ellas permanecían bajo los escombros.
La mezquita afectada se encuentra en la localidad de Al Jinneh, al oeste de Aleppo. El ataque se produjo cuando los fieles se encontraban reunidos allí para la oración nocturna. Activistas locales informaron que había unas 300 personas en el lugar.
Regularmente, la región es objetivo de bombardeos realizados por aviones de la fuerza aérea siria y rusa, que combaten a milicianos armados que se oponen al gobierno del presidente sirio Bashar al-Assad. Pero también la coalición internacional, liderada por Estados Unidos, realiza incursiones contra grupos extremistas como la milicia Frente Tahrir al Sham, cercana a Al-Qaeda. Anoche, EU reconoció haber lanzado un ataque en el norte sirio, pero negó que el blanco fuera la mezquita.
En tanto, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) en Siria expresó su preocupación por la situación humanitaria que se vive en la ciudad de Madaya, que se encuentra sitiada.
El 14 de marzo, un convoy del CICR, la Media Luna Roja Siria y la ONU accedió a Madaya para repartir medicinas y alimentos. Se trató de la primera caravana humanitaria que entró a la población desde noviembre pasado.
Ingy Sedky, portavoz del organismo en Siria, quien formó parte de la caravana humanitaria, indicó a EFE que la situación en la ciudad “es difícil de describir”. Sedky señaló que las madres de Madaya sólo quieren que se ponga fin a su sufrimiento como sea, “están extremadamente ansiosas por sus hijos”.
Sedky también habló con algunos niños de Madaya que le dijeron que soñaban con poder comer huevos, galletas o beber leche, ya que son productos que no se encuentran en la población, ni en otras zonas asediadas. Madaya es una localidad del norte de Damasco rodeada por los efectivos gubernamentales sirios y el grupo chiíta libanés Hezbolá desde julio de 2015. Esta ciudad, donde se encuentran unas 40 mil personas, se hizo conocida a principios de 2016 cuando se difundieron fotos tomadas por activistas que mostraban a bebés y civiles con desnutrición grave. Según reportes de organismos humanitarios, decenas de personas han muerto en la ciudad por inanición.