El expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva se presentó hoy por primera vez ante un juez como acusado de "obstrucción a la justicia" en el escándalo de Petrobras y, además de alegar inocencia, se dijo víctima de una "persecución política".

Lula prestó declaración ante el magistrado Ricardo Leite, del décimo tribunal penal de Brasilia y quien en julio del año pasado aceptó los cargos que le imputan haber intentado sobornar a un exdirector de la petrolera estatal con el fin de comprar su silencio y evitar que colaborara con la investigación de esa trama corrupta.

A las puertas del tribunal se reunió una treintena de seguidores del exmandatario que le aclamaron como candidato para las elecciones que se celebrarán en octubre de 2018, en las que será escogido el sucesor de Michel Temer, en el poder desde agosto pasado, tras la destitución de Dilma Rousseff, ahijada política de Lula.

El dirigente del Partido de los Trabajadores (PT) evitó contactos con los periodistas, pero parte de su declaración fue difundida por el tribunal y reforzó el tono político que le ha dado a su defensa, tanto en esta como en las otras cuatro causas en que responde por presunta corrupción, tres de ellas también asociadas a Petrobras.

"Hace tres años que soy víctima de casi una masacre", declaró Lula, quien insinuó que el inicio de la "persecución" en su contra coincide con el del operación "Lava Jato", que investiga a la red de corrupción que operó en Petrobras desde marzo de 2014.

Lula llevó el asunto hasta el plano personal, al plantearle al magistrado algunas de las "incomodidades" que supone su situación. "¿Usted sabe lo que es despertarse todos los días con la prensa en la puerta de su casa porque dicen que lo llevarán preso", manifestó.

También descalificó las acusaciones, que fueron formuladas sobre la base de un testimonio dado por el exsenador del PT Delcidio Amaral, detenido por su participación en la trama de Petrobras.

Según Amaral, Lula le pidió evitar que el exdirector de Petrobras Nestor Cerveró, también detenido por ese caso, aceptara confesar lo que sabía al respecto a cambio de una reducción de pena.

En su declaración, el antiguo jefe del oficialismo en el Senado durante la gestión de Rousseff dijo a la Justicia que Lula le encargó pagar 250.000 reales (hoy unos 79.000 dólares) para "comprar el silencio" de Cerveró.

Asimismo, sostuvo que el plan de soborno incluía facilitarle a Cerveró una "fuga" desde Brasil a través de Paraguay y rumbo a algún país de Europa.

"No conozco a Cerveró. Sólo supe de él cuando fue famoso" tras su detención por las corruptelas en Petrobras, aseguró Lula, quien dijo que "si alguien hablaba con Cerveró era Delcidio (Amaral), que era su amigo".

Lula incluso blandió su posible candidatura presidencial para reforzar su tesis de la "persecución política", que tendría como principal objetivo evitar que vuelva al poder.

"Voy a matarlos de rabia", aseguró el expresidente, quien garantizó que "en todas las encuestas", como efectivamente sucede hasta ahora, se mantendrá en el primer lugar entre los favoritos para las elecciones de 2018.

Lula aún tiene pendiente declarar en otros cuatro casos en que es acusado de corrupción. Tres de ellos están directamente asociados al escándalo en la petrolera y en el cuarto está imputado por "tráfico de influencias".

Ese asunto se refiere la compra de 36 cazabombarderos de la firma sueca Saab para la Fuerza Aérea Brasileña, en una licitación en que también competían la francesa Dassault y la estadounidense Boeing.

Según la acusación, Lula usó su influencia en el Gobierno de la entonces presidenta Rousseff para favorecer a la compañía sueca, que obtuvo en 2014 un contrato por unos 5.400 millones de dólares.

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