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Al menos 59 personas, en su mayoría peregrinos chiítas iraquíes, murieron ayer en un doble atentado en el casco antiguo de Damasco, uno de los ataques más sangrientos en la capital siria en seis años de guerra.
“Hubo una bomba y un suicida se hizo estallar en el sector de Bab al Sa-ghir”, donde se hallan muchos mausoleos chiítas, informó a la AFP Rami Abdel Rahman, director del Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH), quien dio cuenta de un balance de al menos 59 muertos —47 peregrinos, la mayoría chiítas iraquíes, y 12 combatientes prorrégimen— y “decenas de heridos, algunos graves” en este ataque, que no fue reivindicado.
Por su parte, el Ministerio sirio de Exteriores condenó “el cobarde atentado terrorista que es una respuesta a las victorias” del ejército contra el Estado Islámico (EI) y Al-Nusra, la antigua rama de la red Al-Qaeda en Siria.
Según el ministro de Interior sirio, Mohamad al Shaar, el ataque fue contra “peregrinos de diferentes nacionalidades árabes”. “El objetivo era sólo matar”, dijo.
La televisión estatal siria dio un balance de 40 muertos y 120 heridos tras la explosión de “dos bombas colocadas por terroristas”, término con el que las autoridades hacen referencia a la oposición armada y a los yihadistas. El canal mostró imágenes de varios autobuses blancos con los cristales rotos y las bodegas destrozadas. Otros estaban carbonizados.
El sector del atentado está situado en una zona en donde hay numerosos mausoleos chiítas, considerados como etapas de peregrinaje, pero también mausoleos sunitas.
En los últimos años se produjeron varios atentados sangrientos en Sayeda Zeinab, una importante etapa de peregrinación chiíta cerca de Damasco. La capital siria, bastión del régimen del presidente Bashar al-Assad, fue objeto de varios atentados desde que comenzó la guerra en 2011, pero logró mantenerse al margen de los combates que destrozaron otras ciudades y localidades del país.
El ataque más mortífero, ocurrido en Damasco y Homs, se produjo el 21 de febrero de 2016, y provocó la muerte a 134 personas, entre ellas 97 civiles. El ataque fue reivindicado por el EI, que tomó el control de importantes zonas en el norte y este del país en 2014, pero perdió una gran parte en los últimos meses.
Fuerzas “invasoras”. Al-Assad consideró como “invasoras” a las fuerzas de Estados Unidos en Siria y dijo que aún no ha visto nada “concreto”, tras la promesa del presidente estadounidense Donald Trump de que la prioridad es la lucha contra el EI en territorio sirio.
“No hemos visto nada concreto con respecto a esta retórica”, dijo Al-Assad en una entrevista con la cadena de televisión china Phoenix. “Tenemos esperanzas de que este gobierno de Estados Unidos implementará lo que hemos escuchado”, agregó. Washington está liderando una coalición contra el Estado Islámico en Irak y Siria. Su enfoque actual es rodear y finalmente capturar Raqqa, base de operaciones del EI en ese país.